El árbol de la ciencia, Pío Baroja: resumen por capítulos
PRIMERA PARTE: LA VIDA DE UN ESTUDIANTE EN MADRID
Capítulo I: Andres Hurtado comienza la carrera
Una mañana de octubre. Reina un ambiente de alegría e ilusión entre los nuevos estudiantes de Medicina, entre los que se encuentra Andrés Hurtado, que observa el ir y venir de los estudiantes con cierto asombro. De pronto, se encuentra con Julio Aracil, antiguo compañero suyo de bachillerato. Va acompañado de un amigo suyo llamdo Montaner. Van juntos a clase. Entra el profesor de Química, un anciano pedante y ceremonioso, del que se mofan los estudiantes, y que suelta un discurso hortera. Un alumno recita un verso aludiendo al aspecto y actitud del profesor y todos rien desenfrenadamente. Salen de clase y se dirgien a otra clase en otro edificio, pero el profesor de esta segunda clase es mucho más serio y no permite ninguna salida de tono. Terminada la clase, Andrés tiene un sentimiento de desagrado hacia Julio, que actúa con superioridad, y sobre todo contra Montaner, que es monárquico y partidario de la aristocracia, mientras que Hurtado es republicano y antiburgś. Julio Aracil media entre ellos.
Capítulo II: Los estudiantes
Madrid conserva todavía cierto aire romántico, cierto caracter perpetuo e inmovilista, como si viviera en una ficción. De hecho los estudiantes que allí se dirigen participan de ese ambiente, y viven de forma alegre y donjuanesca, persiguiendo mujeres. Un estudiante culto no podría en ese ambiente de autocomplacencia, falsedad e irrealidad, recoger la cultura europea moderna y avanzada. Los ancianos profesores de la universidad y su actitud es un reflejo de ese estado de cosas. Los alumnos siguen riéndose del ridículo profesor de Química, y hacen lo que les viene en gana en clase. Andrés Hurtado encuentra absurda y triste su situación en la universidad.
Capítulo III: Andrés Hurtado y su familia
Andrés es huérfano de madre, Fermina Iturrioz, que le ha dejado un gran vacío. Ha convivido con su padre, Pedro Hurtado, déspota, egoista y controlador, de espíritu aristocrático y amante del lujo. Sus hermanos son en orden de mayor a menor, Alejandro, fiel retrato de su padre en cuanto a personalidad, Margarita, fria y controladora, Pedro, amante de la buena vida pero a la vez buena persona, al que seguía Andrés, y finalmente Luisito, de cinco años, y con poca salud. Andrés experimenta un gran cariño por Luisito, y tiene en buena consideración a Pedro y Margarita, pero no soporta a Pedro y odia a su padre, con el que choca constantemente.
Capítulo IV: En el aislamiento
Andrés fue educado por su madre hasta que murió con gra religiosidad, de la que él salió espantado, especialmente del terrible acto de confesión. Luego, a diferencia de sus hermanos mayores, fue a un instituto de menor coste, donde estuvo abandonado. Decidió estudiar medicina a lo que su padre no se opuso, al contrario de lo que ocurría habitualmente, ya que mantenía con él discusiones constantes, frecuentemente sobre política: su padre era conservador, reaccionario y defensor de la riqueza económico como valía de la persona; Andrés era liberal y revolucionario. Sus posturas irreconciliables, apenas moderadas por la intervención habitual de Margarita, les llevan a acrecentar su mutuo odio.
Capítulo V: El rincón de Andrés
La familia de Andrés vive en una finca de un marqués, de la que el padre de Andrés es administrador y cobra los alquileres a los inquilinos. Pedro Hurtado desprecia a esa pobre gente, excepto si pertenecían al inframundo de la desvergüenza. Entre ella, estaban dos ex bailarinas, las del Moñete, de vida alegre, que hacen gracia a su padre y hermanos, pero que Andrés desdeña. Finalmente, Andrés evita a su familia, solo les ve para comer y se traslada a un cuarto pequeño y bajo, al que lleva cantidad de libros. Allí hace su rincón y divisa un panorama que hace suyo: la casa del gato, ... Durante el primer año de carrera, Andrés se agobia con los exámenes, pero al final solo le queda Química suspendida. En verano estudia con ahínco en su rincón, distraido por dos muchachas que aparecen en unos balcones y una señora que se maquilla en una buhardilla cercana. Finalmente no puede concentarse en la asignatura y recurre a su tío Iturrioz, que le escribe una carta de recomendación que entrega al profesor. Dias despues, hace el examen, muy mal, pero sorprendentemente aprueba.
Capítulo VI: La sala de disección
En el curso siguiente comienzan las prácticas de disección a las que los estudiantes acuden haciendo alarde de indiferencia ante el triste espectáculo de los cadáveres y la muerte. Incluso algunos de ellos se dedican a hacerse bormas con los cuerpos. A Andrés no le afecta especialmente la vista de los cadáveres y su disección, pero si mostraba rechazo al trato que se dispensaba a los cadáveres, irrespetuoso. Pero la disección y la anatomía le producían interés, en el sentido de que constituye el estudio de la vida.
Por lo que respecta a sus miagos, Aracil se había convertido de laguna forma en el líder de un grupo, en el que seguían Montaner y el propio Andrés. También habia otros chicos provincianos, Massó el catalán por ejemplo. Pero en general Aracil, Montaber y Hurtado manifestaban un rechazo por los chicos de provincias, de clase baja y aficionados a lo vulgar, como los juegos de cartas. Huyendo de ese ambiente, Andrés empieza a recopilar y leer, con esfuerzo, libros de filosofía de Kant y Schopenhauer, entre otros. No comparte su estudio de esas obras con nadie, excepto con su amigo Sañudo del instituto, del que también va alejandose por su excesiva pasión por la música, que Andrés no comparte ni entiende. Le acompaña a cafés donde se interpreta música, pero al final Andrés huyo de ese ambiente, frencuentado también por gente de mal vivir y que considera peligroso. Comienza a visitar a su amigo Fermín Ibarra, encamado permanentemente con artritis. Ante él, valora positivamente la vida, al verse el propio Andrés libre de esos males, pero finalmente le queda una sensación de que la vida es algo feo y doloroso.
Capítulo VII: Aracil y Montaner
Terminado el curso, Andrés pasa el verano solo en Madrid sin sus amigos. Lo dedica a leer una larga lista de novelas. En el nuevo curso, se desilusiona con la asignatura de Fisiología, de la que esperaba mucho más, al tratrse de la ciencia de la vida, pero el profesor es malo y sus textos peores. Tal como dice Julio Aracil, buscar el aprobado y punto. Y es que Julio es práctico y vivo como el que más. Aprueba todo, casi sin estudiar, buscando la ayuda de estudiantes no tan espabilados como él. Es presumido y galán, y considera el dinero como lo mñas importante, algo a lo que habñia que dedicar todos los esfuerzos. Es de Mallorca, y es que se diría que es todo un fenicio (antiguo pueblo comerciante del oriente mediterráneo), un semita tal como diría su tío Iturrioz, que divide a los españoles entre ibéricos, pasionales, y semíticos, fríos, listos y comerciantes. Montaner es del mismo palo, semítico, tranquilo y comodón, y Andrés acaba haciéndose buen amigo suyo. Acabado el curos, Julio volvió con su familia y quedaron en Madrid, Montaner y Andrés. Los dos critican a Aracil por su egoñismo, pero cuando vuelve se reúnen con él.
Capítulo VIII. Una fórmula de la vida
Cuarto año de carrera. Andrés se queda admirado de las clases y también del talante del profesor José de Letamendi, aunque de aspecto sea un hombre pequeño y escuálido. Impresionado tambien de sus ideas, según las cuales las leyes de la vida se resumen en multiplicaciones matemáticas. Se lo comenta a Sañudo y a sus amigos ingenieros, que se echan a reir, y le argumentan el sinsentido de tales afirmaciones. Perplejo por sus argumentos, relee a Letamendi, y ciertamente la teoría de Letamendi le parece palabrería pura, adornada con la personalidad pedante de Letamendi, que se las da de genio. Para entrar en el tema en serio, compra libros de Kant, Fichte y Schopenhauer. Le atrae sobre todo este último. Comenta sus nuevos descubrimientos a los amigos de Sañudo, que se mofan de él. En verano, sigue leyendo en la biblioteca más sobre temas filosóficos y vitales. Termina entendiendo la Crítica de la Razón Pura de Kant.
Capítulo IX: Un rezagado
Al comienzo del curso, el hermano pequeño de Andrés cae gravemente enfermo y es atentido por un médico familair de Aracil. El médico señala que no hay qye tratamiento, y que simplemente hay que alimentarle y bañarle hasta que se pase. Atentido con abnegación por Margarita, el niño recobre la salud pero muy debilitado. El escepticismo de Andrés por la medicina cobra fuerza en su interior.
En las clases conoce a un gallego mayor que él, rezagado en la carrera, de nombre Lamela, que le anima respecto a Luisito. Es un hombre romántico y fantasioso, que cree que tiee una historia de amor con una aristócrata, ferviente creyente. El día que muestra de quiñen estña enamorado, Andrés se queda espantado: es una mujer vieja y horrible. Lamela sufre además una paranoia constante: cree que hay gente que intenta boicotear la relación, que en realidad no existe, con su amada. Lamela le lleva sa su cuarot y allí no ve más que botellas de vino, que Lamela guarda tras haberlas bebido. Afirma además Lamela que las debe esconder, poruqe se las roban los otros inquilinos. Otro personaje extravagante, y ciertamente deprimente, que conoce Andrés.
Capítulo X: Paso por San Juan de Dios
En el cuarto año de carrera, Andrés asiste a unos cursos de enfermedades venéreas o de transmisión sexual al hospital. Allí su pesimismo respecto de la vida se recrudece. Todo es deprimente; los enfermos, los sanitarios, las instalaciones, todo gobernado por un médico déspota. Ve como ordena que cojan y maten al gato del que estña encariñada una paciente. Andrés se vuelve furibundo contra el médico déspota, aunque termina largándose de allí para no volver. Presa de un sentimentalismo exacerbado, Andrés se solidariza con los obreros, critica la injusticia social, pero Aracil le frena, le dice que se dedique a la política si quiere cambiar algo, pero Andrés es totalmente escéptico. Su pesimismo le lleva al anarquismo y nihilismo espiritual, y queda agotado animicamente.
Capítulo XI: De alumno interno
Con sus amigos, Andrés se presenta a los exámenes de alummo interno o en prácticas en el Hospital General. Pide una recomendación o enchufe a su tñio Iturrioz. Aprueba finalmente. Cobre poco, pero el trabajo es rutinario y administrativo. Su mentor o tutor es un médico que vive para su trabajo, a Andrés le interesa más el aspecto personal del enfermo y social de su trabajo, cosa que le reprocha el médico. En todo caso, Andrés es testigo de la inmoralidad, corrupción y falta de implicación del personal en general, entre ellos capellanes de hospital vulgares. Solo entre las monjas ve algo de moral, pero se limitan a una labor administrativa y religiosa. Un enfermero le da un diario de una monja que han encontado entre pepeles viejos, y se emociona de su sensibilidad. Averigua que la monja ha fallecido, y aunque curioso, es incapaz de preguntar nada más, pero guarod el diario como una reliquia.
Otro tipo extraño en el hospital es un fraile místico que cuida a enfermos. Vive solo, en un cuarto misterioso, donde cualquiera que vaya siempre encuentra un poco de comida o cualquier tipo de ayuda; misterio que alimenta rumores sobre si es un pervertido sexual. Así es la gente. Reparte su dinero comprando comida para los enfermos y haciendoles regalos. Andrés no sabe que pensar: la situación de los enfermos le parece repulsiva, el instinto y la razón le dicen que hay que evitar el dolor y el sufrimiento, y sin embargo para aquel hombre son atrayentes. Termina sintiendo rechazo por ese extraño hombre.
SEGUNDA PARTE: LAS CARNARIAS
(Las carnarias se refieren a un depósito de cadáveres).
Capítulo I: Las Minglanillas
Julio Aracil termina por intimar conpletamente con Andrés. Pero Montaner se descuelga del grupo, no pasa los cursos y pasa el tiempo cortejando a una joven. Con la confianza que se tienen, Aracil invita a Andrés a casa de las que él llma las Minganillas, una jóvenes que viven con su madre: Nini y Lulú. Aracil va detrás de Nini, intenta ligársela sin más, y pretende que Andrés se quede con Lulú. Andrés acepta y Aracil le presenta en casa de las chicas. La madre se llama Leonarda y tiene ínfulas de aristócrata. Lulú es graciosa, no muy guapa, pero le falta ingenuidad y frescura, según piensa Andrés, por lo machabada que está por la vida. Su hermana Nini en cambio busca siempre agradar. A Andrés le da mala impresión la casa, una casa miserable, y censura los planes de Aracil de ligarse sin más a Nini.
Capítulo II: Una cachupinada
(Cachupinada: fiesta) Aracil vuelve a invitar a Andrés a casa de Nini y Lulú, pero esta vez para una fiesta. Acudirán además chicas del vencidarios y otros amigos suyos. Ya en la fiesta, le presenta a Antonio Casares, periodista, y sobre todo seductor de mujeres, igual que Aracil, y a un sainetero, escritor de poco monta. Pero enseguida le envía a que esté con Lulú. Se abre paso entre chicas guapas, entre ellas una rubia protegida por un viejo, con una hermana adolescente descocada que sigue sus pasos, y a la que Casares intenta cortejar. Andrés llega donde Lulú, pero enseguida llega otra vez Casares, al que manda de su lado de mala manera. Lulú se queda con Andrés, al que interpela directamente diciendole que ya sabe que ha sido Aracil quien le ha mandado que esté con ella, pero que es en vano, porque ya sabe que no se va enamorar de ella. Y es que Lulú siente un total desinterés por las relaciones con los chicos, quizás por el duro ambiente en el vive. Aún así, mantienen una conversación interesante y se hacen amigos, hasta que Doña Leonarda, la madre de las chicas, da por terminada la fiesta por ser ya la hora de retirarse.
Capítulo III: Las moscas
Ya fuera, Casares propone ir a casa de doña Virginia, una comadrona. Suben a su casa y se encuentran a la señora con dos personajes siniestros: un italiano y el director de una revista. Doña Virginia se dedica a practicar partos y abortos a chicas de buena familia, pero tambien hace de alcahueta, empujandolas a la prostitución. Es como esas moscas que se lanzan a la carne. La señora les dice que tiene que salir de su casa, que tiene trabajo con las chicas. Y salen todos a la calle. Se cruzan con un amigo de Aracil, que le espeta su falta de vergüenza. La galería de personajes no puede ser más vulgar: el italiano no es finalmente más que un ayudante de doña Virginia en sus oscuros negocios que llegan hasta la prostitución de las chicas. Son como las moscas que revolotean entre cadáveres. Casares propone ir a casa de Vilasús, un autor dramático, de vida ligera, y que ha llevado por el mismo camino a sus dos hijas, a través del mundo de la farándula. El sainetero de casa de doña Leonarda y Vilasús empiezas a contra chistes sin gracia y estúpidos, hasta que Andrés llama imbécil a uno de ellos, y se arma una trifulca, que tiene que apaciguar Casares. Andrés Hurtado llega a casa con una malísima impresión de todo lo vivido, no soporta tanta desgracias, miseria y estupidez.
Capítulo IV: Lulú
Andrés comienza a visitar a Lulú a Lulú con frecuencia. La considera simpática, graciosa, y frecuentemente mordaz e irreverente. A doña Virginia la trata directamente de guarra, y le cuenta a Andrés que incluso a ella la quiso llevar a casa de un viejo. Es inteligente tambien y trabajadora hábil, trabaja de bordadora. Andrés la escucha cantar con frecuencia mientras borda, con alegría. Pero aún y todo no pasa por su cabeza seducirla (en el texto, hacer el amor, que en la época significa cortejar). También a veces se ensimisma y se repliega en si misma, pensativa, en cualquier rincón. No tiene amigas íntimas, y prefiere cuidar a niños y ancianos.
Un hombre llamado don Prudencio González suele visitar también a la familia, para regocijo de doña Leonarda, que aprovecha para hacer recordar al hombre las épocas pasadas en las que su marido era un personaje.
Capítulo V: Más de Lulú
Andrés también acompaña a Lulú y su madre a pasear por los parques. Solos, Lulú le sule contar cosas de su infancia, como había tenido crisis de nervios en las que comía papel de periódico y padecía jaquecas, con momentos de mucho brío y fatiga luego. Quizás su forma de ser actual, arbitraria, y simpática y antipática con quien le parece y a momentos, queda explicada por esa problemática infancia. Tiene la manía por ejemplo de comer siempre frío, lo cual es para Andrés completamente insano.
Lulú es también de moral ligera. No censura el adulterio, pero en cambio odia la hipocresía. Confiesa que no tendría reparos en escaparse con un hombre si la quisiera, sin casarse, para sorpresa de Andrés. Le confiesa que de niña estuvieron incluso a punto de violarla, pero sin dar más importancia al hecho, lo que demuestra su despreocupación general. Andrés duda de que su forma de ser sea sincera o es simplemente una pose.
Al mismo tiempo, Andrés, con Julio, también suelen ir al teatro, con Lulú y Nini respectivamente, junto con su madre.
Capítulo VI: Manolo el Chafandín
Una amiga de Lulú es la señora Venancia, que viva con su hija y yerno y sus cuatro hijos, y pasa el día planchando. El yerno se llama Manolo el Chafandín, un holgazán y vago. La hija de Venancia es una borracha y vaga también. Venancia arremete contra su yerno, pero la hija le defiende a capa y espada. Un día, harta de la situación, Lulú arremete contra la hija de Venancia y la llama de todo. Pero, Manolo el Chafandín se propone tomar cartas en el asunto. La madre de Lulú está preocupada por la reacción de Manolo el Chafandín, pero Lulú no se arredra. Andrés asegura que las defenderá si aparece. Y así el día que aparece el Chafandín en casa, con un garrote en mano, le hace entrar. Aracil también está presente. El hombre empieza a explicar lo sucedido y su indignación, de forma amenazante. Lulú sigue nerviosa sus palabras. Al final, Andrés le canta las cuarenta, y amenazandole con una silla, Manolo el Chafandín tiene que salir corriendo. Los presentes tienen incluso que tranquilizar a Andrés.
Capítulo VII: Historia de la Venancia
Tras el episodio de Manolo el Chafandín, Andŕes es considerado un héroe en casa de Lulú. Esta le lleva de visita a casa de Venancia, la planchadora suegra de Manolo. Venancia es una mujer extraña: considera a la aristocracia y a la alta burguesía verdaderamente clases superiores, a la que todo está permitido, por su riqueza, belleza o linaje. Sin embargo, la clase baja le parece monstruosa. Durante la visita, Venancia le cuenta como han sido sus patronas. Una de ellas, caprichosa y loca, hasta el punto que en la agonía de uno de sus hijos pequeños fue al baile, y a la vuelta, ya muerto, simulaba una gran congoja; o culpaba a los criados de robos simulados por ella, o incitaba a hablar mal a sus visitas de conocidos suyos que escondía tras las cortinas. Otra era una mujer de un gran desenfreno sexual, que encadenaba amantes. Venancia tuvo que rescatar a uno de sus amantes ante la ira del marido. Andrés se escandalizaba con esas historias, y consideraba despreciable a toda esa gente, pero la Venancia los exculpaba y decía que en el fondo eran buenos. Andrés le replicaba que esa gente vivían del trabajo de los pobres, pero la Venancia no hacía caso.
Capítulo VIII: Otros tipos de la casa
Lulú centra todo su interés en la vecindad, es su universo particular. Y allí se encuentran personajes extraños: la tía Negra, borracha, que insulta sin cesar a los políticos y a la que detiene a veces la policía; Benjamina o doña Pitusa que suele pedir limosna narrando una falsa vida trágica y sau hijo el Chuleta, perspnaje siniestro y fúnebre; don Cleto Meana, hombre culto pero pobre de solemnidad, todo un estoico; el Maestrín, un curandero pedante y su guapa hija Silveria, a la que protege a muerte contra los que se atrevan a acercarse.; don Martín o tío Miserias, que cobra los alquileres de la casa y tiene además una tienda de empeño, codicioso a no poder más; Victorio, su sobrino, elegante y listo para los negocios, algunos de ellos oscuros.
Capítulo IX: La crueldad universal
Tras tener noticias de todos esos oscuros personajes, Andrñes decide ir a ver a su tío Iturrioz, que fue médico militar, y de quien aprecia su carácter trascendental, aunque de más joven le parecía seco y egoista. Vive con un criado en un piso con amplias vistas de los alrededores de Madrid. Le comenta las tristes vidas de toda esa pobre gente, y le pide una conclusión. Su tío le comenta que la conclusión es clara: la vida es una contante lucha de unos contra otros, en la que algunos ganan, otros pierden, y cada uno juega sus bazas. Y es algo que se pueda observar en la naturaleza entre los animales e incluso entre los insectos y plantas. No vale la pena indignarse porque no hay nada que hacer. Solo nos queda la contemplación o el poder cambiar las cosas en nuestro círculo más cercano. No tiene sentido pensar en una justicia universal, es una mera ilusión. Para ello, le pone varios ejemplos tomados de la naturaleza, y concluye que la naturaleza en realidad es mala, y que solo lo creado por el hombre puede ser bueno. Andrés escucha con atención, y al final queda pensativo. La inquietud sobre que dirección debe tomar uno en la vida le azota.
TERCERA PARTE: TRISTEZAS Y DOLORES
Capítulo I: Día de Navidad
Andrés visita a Luisito, enfermo, y preocupado por su estado y temiendo que esté afectado por tuberculosis, pide ayuda a un médico del hospital. Son los dias previos a la Navidad. Se confirma que pueda tratarse de los inicios de una tuberculosis y deciden que lo mejor es que pase una temporada en un lugar seco y templado. Su padre tiene unos primos en Valencia con casas en la provincia. Andrés convence a su familia para que se pongan en contacto con ellos y les pidan una casa a donde poder llevar a Luisito. Contestan diciendo que solo hay una casa libre, y Andrés decide visitarla para ver si es adecuada, a pesar de las reticencias de Margarita. Coge un tren en una noche fría, y tras pasar la llana Mancha, llega a las cálidas tierras valencianas al día siguiete. Es Navidad. En Valencia, coge un carro que le lleva al pueblo donde se encuentra la casa. Pide la llave a una vecina. Es una casa hermosa, con patio y huerto. Ideal para Luisito. A él mismo le parece un paraíso. A la vuelta, manda un telegrama a la familia. Coge un tren de vuelta.
Capítulo II: Vida infantil
Ya en Madrid, Andrés informa a Margarita de como tienen que instalarse en el pueblo valenciano. Y así lo hacen: Margarita, Luisito y don Pedro, padre de Andrés van esa casa de familiares y pasan unos meses mientras Andrés se queda en Madrid estudiando para la Licenciatura. Al acabar los exámenes, se dirige a Valencia, a visitarlos. Encuntra mejos A Luisito, y también a Margarita. Andrés se centra en Luisito, limpian y cuidan juntos la huerta de la casa. El calor reinante hace difícil el cultivo de plantas. Luisito va adquiriendo fuerza. Juega con otros niños. Sigue con su carácter fantasioso . Conocen a ninños del pueblo: el Roch, hijo de un curandero, el Choriset y el Chitano, ladronzuelos. El paisaje humano deprimente provoca que Andrés se recluya en casa y salga poco.
Capítulo III: La casa antigua
El padre propone la vuelta a Madrid, ya que Luisito está mejor. Andrés, como médico, es reticente. Además están los gastos de estar fuera. Una prima de don Pedro ofrece que vayan a casa de otros familiares en Valencia, ciudad, que allí estarán mejor. Andrés se muestra reticente de nuevo, preocupado por Luisito pero al final acepta. Los familiares viven en una casa grande y agradable, pero ellos, tres hombres y una mujer, solterones todos, son un poco raros. Margarita y Luisito se encuentran bien en la casa, pero Andrés no soporta a los solterones. Andrés discute con la criada. quiere que deje las ventanas abiertas, para que el sol mate los microbios, pero la mujer no entiende nada (es corta y habla en valenciano) y finalmente Andrés le tiene que decir que hay como unbas moscas invisible que el sol mata, de lo cual la criada deduce que está loco.
Capítulo IV: Aburrimiento
Andrés no consigue plaza de médico en ninún pueblo y decide estudiar intensamente para el Doctorado. Frecuenta las azoteas y terrazas de la casa, desde donde contempla la ciudad. De noche, Andrés contempla el cielo: pensamientos perturbadores, sobre las fuerzas del universo, le asaltan. Luisito ha pasado bien el invierno y llega la primavera.
Capítulo V: Desde lejos
Es mayo y Andrés vuelve a Madrid a examinarse del doctorado. Lee su tesis, que ha escrito en Valencia. No tiene dineor y busca trabajo de médico. Lo encuentra en un pueblo de Burgos. Debe sustituir al médico local, que es un obseso de la numismática, y le ofrece su casa. Andrés pasa un verano delicioso y lleno de alegría interior, en plena naturaleza. Pero recibe una carta en la que se le comunica la muerte de Luisito en Valencia. Le habían intentado avisar de su estado, pero no conocían su paradero. Su sensación es de estupor, pero no el alejamiento le provoca cierta indiferencia. Le comunican en otra carta las circunstancias exactas de su agonía y muerte. Recuerda la terrible muerte de un niño con meningitis que pudo vivir en el hospital. Pero recordará siempre a Luisito alegre y sonriente.
CUARTA PARTE: INQUISICIONES
Capítulo I: Plan filosófico
Andrés vuelve del pueblo burgalense a Madrid. Busca trabajo. Se encuentra con su viejo amigo Fermín Ibarra, estudiante de ingeniero, quien le enseña sus inventos. Visita a su tío Iturrioz. Le confirma que no desea ejercer de médico, preferiría trabajar en un laboratorio. Y sobre todo, ser independiente. En todo caso, en ese momento Andrés se encuentra además desorientado, angustiado por la falta de sentido de la vida, a pesar o gracias a las lecturas de Kant y Schopenhauer. Cuenta Andrés que Kant ha destruido el paraiso metafísico de las religiones, ha demostrado que Dios es indemostrable. No hay causa primera, el espacio y tiempo son meras construcciones mentales, necesarias para conocer, pero irreales. Cuando morimos, el tiempo y el espacio desaparecen. En relaidad el mundo es ciego y no tiene fin, sino una concatenación de causas y efectos.
Capítulo II: Realidad de las cosas
Andrés sigue discutiendo con su tío Iturrioz. Afirma Andrés, que la realidad no es mñas que el reflejo de lo sensible en nuestros sentidos, que contrastado con la percepciñon de los demñas, conforma la realidad y el conocimiento sobre ella. Por tanto, no podemos tener la seguridad de que lo que percibimos como realidad realmente lo sea. Su tío en cambio afirma la realidad de lo que conocemos, porque funciona y es práctico hacerlo así. Su tío le pone coom ejemplo las matemáticas, ¿acaso no existen? Existen, dice Andrés, pero solo como leyes internas de la intelgiencia humana.
Según Andrés, dentro se su subjetividad inicial, el conocimiento es unanimidad, entre sujetos y a través de diferentes procedimentos, y por tanto absoluto. La temperatura en grados por ejemplo no es más que una convención arbitraria, pero el hecho de que lo frío tiene menor temperatura, es absoluto, porque siempre esa circunstancia siempre se repetirá. Cierto que hay espacios a los que no llega la ciencia, pero va abriendo claros y tendiendo puentes cada vez más fuertes entre diferentes aspectos de la realidad.
Capítulo III: El árbol de la ciencia y el árbol de la vida
Andrés Hurtado y su tío Iturrioz prosiguen su discusión al papel de la ciencia en el desarrollo humano, en la vida. Andrés defiende la ciencia a ultranza, mientrás que Iturrioz defiende la voluntad, el instinto de vida, la ficción y finalmente los dioses, como necesarios para el hombre y la vida, tal como hicieron los riegos y los semitas, y lo demuestra la dominación de esas culturas. Hurtado pone en tela de juicio dicho dominio, dice que está en declive, que los hombres del Norte, buscadores de la verdad, se impondrán. Dice Andrés, que ha sido Kant el gran destructor de la mentira semítica, junto con Schopenhauer, dando a la razón y la ciencia el papel primordial. Iturrioz le recuerda la alegoría bíblica del arból de la vida, y el árbol de la ciencia, del bien y de mal, del que Dios prohibió al hombre tomar su fruto. Andrés dice que Kant no quiso apartar del todo el árbol de la vida, la libertad, el derecho. Schopenhauer en cambió lo apartó del todo, y se quedé con el árbol de la ciencia, reconociendo que de ese modo la vida queda sin sentido, cayendo en el pesimismo total. Inteligencia o voluntad de vivir? Andrés rechaza ese dualismo excluyente que le impone Iturrioz: da más importancia a la inteligencia, pero reconoce el peso también de la voluntad de vivir. Su tío dice además que la verdad es relativa, subejtiva, engañosa, mas allá de la verdad matemática. Y por ello propone la utilidad, el pragmatismo, como criterio, lo cual parece muy peligroso a Andrés, se puede llegar a atrocidades con ese criterio. Iturrioz contraataca afirmando que la verdad también es peligrosa, a lo que Andrés contesta que solo es peligrosa si se falsea, pero que en realidad es objetiva y clara; con el criterio de utilidad, al final se aceptarían todos los mandatos impuestos por las religiones. Iturrioz reconoce la fuerza de la fe, el voluntarismo ciego, pero Andrés solo le reconoce la conciencia de la fuerza humana. Iturrioz acaba afirmando que la verdad científica es triste y sin fuerza, anémica.
Capítulo III: Disociación
Sigue la discusión entre tío y sobrino. Iturrioz critica el intelectualismo, y reafirma el sentido práctico, como en Alemania. Andrés defiende la disociación de la ideas tradicionales de la verdad científica, tomando de aquellas solo las que se afirmen científicamente. Disociar cono labor de limpieza de la vida, para un mundo mejor. Iturrioz arremete contra él diciendo que en absouto somos mejores que antes, y que el egoísmo seguira imperando. Andrés defiende que puede haber mejores formas sociales, pero Iturrioz dice que planteándolo de esa forma tan racional no se llega a nada, hay que prometer algo utópico, el paraíso, a los hombres para que cambien. Andrés replica que ya no hay monstruos que acechen la vida como antaño, y que podemos tomarnos las cosas serenamente, dado también que nos estamos haciendo dueños del mundo.
Capítulo V: La compañia del hombre
Para Iturrioz la ciencia ha matado la vida, el romanticismo, las locuras de la vida, que es lo que realmente da vida. Hay que recuperar la ilusión, para ello crearía la Compañia del Hombre, frente la cristiana Compañia de Jesús, que afirme la alegría y le reposo, frente a la tristeza y el sentimentalismo. Los dos coinciden en que sería positivo.
QUINTA PARTE: LA EXPERIENCIA EN EL PUEBLO
Capítulo I: De viaje
Andrés Hurtado es nombrado médico titular de Alcolea del Campo (pueblo de ficción) situado entre en el límite de Castilla con Andalucía. Tan pronto es informado de su nombramiento, viaja allí en tren, de noche. Cuando va a entrar a los vagones, un hombrecillo vestido de negro, que también va a coger el tren, le advierte, de forma ridícula, que el vagón es solo para no fumadores., advertencia que repite a otro joven alto y rubio. El tren echa a andar y en el mismo compartimento coinciden Andrés, el hombrecillo y el rubio. Lega el revisor y cuando el hombrecillo enseña su billete, le dice que es segunda clase, y que ese vagón es de primera. El hombrecillo empieza a despotricar, que todo es un error, que es vergonzoso como se trata a la gente en España, que es un país sin cultura. Finalmente el joven se encoleriza y le dice que se calle, que no va a permitir que hable así de España. El hombrecillo se retracta de sus palabras, asustado. A medianoche, llegan a una estación, donde se va realizar un transbordo con otro tren. Un grupo de cómicos sube al tren de Andrés armando mucha bulla. De mañana, Andrés se baja en una estación próxima a Alcolea y coge un coche para allá.
Capítulo II: Llegada al pueblo
Hace un calor espantoso y el viaje en coche se hace incómodo, con una señora vestida de negro de acompañante. Llega al pueblo, rodeado de viñedos, y para en la fonda. El pueblo es muy grande. Almuerza con tres viajantes de comercio, con los que visita el pueblo paso el peso insoportable del calor. A la tarde, va a visitar al secretario del Ayuntamiento y al otro médico, de nombre Sánchez, para presentarse ante él. Este le dice que no espere muchas ganancias; lo ricos del pueblo acuden a don Tomás, un médico privado. Los tres va a dar una vuelta por el pueblo. Presencian un rezo colectivo en un patio, para asombro de Andrés. Andrés queda solo con el secretario y suben al crro que domina el pueblo, el pueblo se divida cono irreal, rodeado por viñedos, sin un árbol y bajo el calor sofocante. De noche y tras cenar en lafonda, sale Andrés de nuevo, hace más fresco y las casa con sus rejas, flores y cruces tienen un aire misterioso y romántico.
Capítulo III: Primeras dificultades
Los dos médicos, Andres Hurtado y Sánchez, deciden repartirse las visitas a hacer en dos zonas que se irán intercambiando semana a semana, excepto que el enfermo prefiriera a alún médico en concreto. Al principio el trabajo se le hizo a Andŕes ligero y sin complicaciones. Se hospeda en la fonda, donde pasa last artes de forma anodina. Se queja de la comida, siempre carne picante, y demanda legumbres, pero en la fonda no le hacen mucho caso al respecto. El baño también se ha ce complicado por la escasez de agua,. De noche sale al pueblo pero el ambiente le deprime. Andrés se va de la fonda y Sánchez le busca una casa en las afueras, alejado del centro para que no le quite enfermos que le interesan. La casa es humilde, pero Andrés no es exigente, pide al dueño una cama y una tinaja para baño. Reclama legumbres como comida habitual, ante lo cual lo toman por loco. La patrona es hemrosa, pero el hombre tiene aspecto de degenerado. Presencia una escena que le confirma su aprensión hacia ese hombre: la criada encuentra un pajarito que no puede volar, lo deja en el suelo y el patrón de casa llma al gato para que se abalance sobre él. El patrón se ríe cruelmente.
Capítulo IV: La hostilidad médica
Juan Sánchez había llegado a Alcolea hace treinta años, y ejerció su profesión durante muchos años bajo la superioridad del anterior médico, hasta que murió. Entonces decidió ser que era su turno y por eso actuaba de forma despótica con Andrés. Una noche, en la que Sánchez estabada ausente por haber ido a una corrido de toros en otro pueblo, hecho que indignaba a Andrés, este recibió el encargo de ir a visitar a la hija del molinero gravemente enferma. Cuando llegó al molino, el molinero empezó a maldecir, por no haber traido ni a Sánchez ni a don Tomás. Finalmente, acepta la presencia de Andrés, ante la advertencia de este de que iba a regresar a su casa si no necesitaban sus servicios. exploró a la chica, tenia el vientre hinchado a causa de un agravamiento de una enfermedad del hígado. Volvió a casa, cogió el instrumental necesario y le hizo una punción para soltar todo el liquido. Andrés advieret a la familia de que sería necesario ir a Madrid a ver un médico especialista. A la vuelta de Sánchez, este le recrimina su actitud, por haber recomendado ir a Madrid, en perjuicio de él mismo. Andrés actúa con prudencia y no cae en la provocación: los casos graves, con necesidad de cirugía los deriva a Sánchez, y el se limita a recetar con prudencia y recomendar hábitos saludables, aunque puede comprobar que sus consejos (comer poca carne, ...) caen en saco roto. Para colmo, una mujer le dice a Andrés que debería casarse en el pueblo. Veremos, dice él.
Capítulo V: Alcolea del Campo
El narrador critica el ambiente y la mentalidad de las gentes del pueblo. En relación a sus gentes, no entiende sus costumbres de aislamiento social entre unos y otros, su falta de inciativa, su inercia absurda. No es capaz de entender a qué se dedican sus mujeres, que son invisibles. Y además todo el ambiente de decadencia, envidia, ... se traslada a la política, con sus dos bandos irreconciliables: liberales y conservadores, cada uno con su mote. Andrés desearía una revolución que pusiera fin a toda esa lamentable situación, en la que todos intentan sacar provecho, así se lo comenta a su patrona, pero es incapaz de entender sus planteamientos. Pero al mismo tiempo reconoce la fatalidad de la situación. Frecuenta el alternativo Cículo Republicano del pueblo, donde le proponer dar conferencias sobre higiene, pero se muestra reacio, a la vez que intenta a convencer a los jóvenes de lo estéril de sus esfuerzos por cambiar las cosas y les recomienda irse del pueblo. Por lo demás el tiempo se le hace muy largo a Hurtado, incluso en otoño hace muchísimo calor, y no tiene otro quehacer que observar las rutinas de la patrona, su madre, su hija y su criada, a las que el patrón trata de forma indigna. Es además desagradable en su conversación, que se limita a referir peleas y a comparar su pueblo con Alcolea. Un dia la patrona le invita a visitar las bodegas de la familia y una cueva aneja, donde Andrés no se extraña que la gente se la imagine llena de duendes en ese ambiente oscuro. Le invitan a probar le vino, pero Andrés lo rechaza. Presencia unos días más tarde la vendimia y la pisasa de la uva y le parece un espectáculo brutal, duro. Sin duda, lo natural es lo malo y lo artificial es lo bueno, coom decía su tío Iturrioz.
Capítulo VI: Tipos de casino
En invierno, Andrés comienza a frecuentar el Casino. Allí traba relación con dos individuos especialmente. el pianista, con aspecto de cura, y de hablar pedante y alambicado, y Don Blas, personaje excéntrico, un hombre que vive todavía en un mudo antiguo, entre sus libros del os que extrae citas y formas de pensar arcaicas, alejadas totalmente del mundo moderno. Aún así, Don Blas cae bien a Hurtado. A quién no soporta a un joven reaccionario que frecuenta el casino, hijo del usurero del pueblo, que no hace más que alardear de culto, cuando en realidad es un imbécil, incapaz de decir nada serio.
Capítulo VII: Sexualidad y pornografía
Andrés muestra su sorpresa por encontrar pornografía en la papelería y librería del pueblo. El dueño asegura que se vende muchísimo. Andrés se extraña, pero encuentra la explicación: es dificil tener relaciones sexuales en el pueblo, y los hombres encuentran en la pornografia la via de escape a sus deseos, al contrario delo que ocurre en Inglaterra, donde los hábitos sexuales son muy libertinos y la pornografía incluso está prohibida.
Capítulo VIII: El dilema
Andrés percibe claramente que se va forjando mala fama en el pueblo alrededor de su persona, por lo que deja de ir al casino y se refugia en su triste alcoba. En el pueblo consideran que odia a los ricos y exalta a los pobres. Lo tiene claro: cumplirá sus obligaciones si mñas yse aislará. Se propone al principio dedicarse a leer, pero no encuentra satisfacción en ello. Ni tampoco se siente especialmente dotado para la escritura. Al poco cae en una especie de estado depresivo que le afecta incluso fisicamente, se autodiagnostica artritis por acumulación de tóxicos y considera que una solución sería dejar a una lado la castidad. Pero no ven entre las mujeres del pueblo ninguna que le guste, más bien las desprecia. Tampoco ve como solución adecuada ir a los burdeles del pueblo, por orgullo. Decide finalmente cuidar la dieta, desterrar la carne entre otros, comer más verdura, y beber mucha agua. Al poco timepo comienza a sentirse mejor, más tranquilo y menos nervioso y agresivo. Se levanta temprano y pasea por los campos sobrecogido por los paisajes y la aurora. De noche, observa el fuego dela cocina, en compañia de los habitantes de la casa.
Capítulo IX: La mujer del tío Garrota
Una noche dan aviso a Andrés de que una mujer ha caído a la calle. Raudo, llega al lugar y se encuentra una mujer con un fuerte golpe en la cabeza. La atiende de urgencia, pero su estado sigue siendo crítico. Es la mujer del tío Garrota, un personaje siniestro del pueblo, prendero. Llaman entre otros al juez, y ante las preguntas de este la mujer solo es capaz de decir Garro, por la lesión cerebral que sufre, lo que sugiere que ha sido su marido el culpable de sus heridas. Suben a su casa, y encuentran una badila con sangre. Parece ser que se ha golpeado o la han golpeado con ese objeto en la cabeza. Detienen al marido que niega su responsabilidad una y otra vez. Aun así lo envían a prisión. Andrés tiene la convicción de que el hombre es inocente. Participan en la autopsia para aclarar los hechos, Andrés y Sánchez, conu tercer médico como observador neutral. Sánchez dictamina en el sentido que el marido es el claro culpable, Andrés en cambio no lo ve así, ya que lo golpes con la badila son leves. el desacuerdo se traslada al pueblo que queda dividido en dos, siguiendo las opiniones respectivas de los dos méidicos. El juez no encuentra huellas del marido en la badila, y tras múltiples interrogatorios no puede sonsacar al reo su culpabilidad, por lo que al final lo deja libre. Gran parte del pueblo critica la decisión, y de paso a Hurtado.
Capítulo X: Despedida
La animadversión en el pueblo hacia Hurtado se convierte en hostilidad, y Andrés dimite de su cargo. Se despide de sus amigos, tiene un altercado final con Sánchez, el médico. En casa, dice a la patrona que si siente dejar el peublo es por ella. La mujer se siente halagada, y Hurtado va más allá y le dice que está casada con un idiota y que siente no haberle hecho el amor. Le propone que pasen la noche juntos. La mujer, turbada, se deja llevar, entre remordimientos. A la mañana la mujer se levanta apresuradamente del lecho y se va. Hurtado queda triste y piensa en lo absurdo de todo. Coge la diligencia, llega a Aranjuez y pasa allí tres dias descansando.
QUINTA PARTE: LA EXPERIENCIA DE MADRID
Capítulo I: Comentario a lo pasado
La guerra de Cuba está apunto de comenzar, y el ambiente de Madrid es patriótico pero a la vez de mucha confusión. Andrés participa con emoción de ese ambiente. Empieza a trabajar en una cosulta de enfermedades del aparato digestivo. Los periódicos lanzan afirmaciones absurdas contra los estadounidenses y ven la guerra ganada. Andrés se encuentra con su tío Iturrioz, y este ve claro que la derrota de España va a ser total. No hay nada que hacer frente a la armada norteamericana. Y en efecto, las previsiones de Iturrioz se cumplen. La derrota de España es absoluta. Pero paradójicamente para Andrés, la gente de la calle se lo toma con indiferencia, a pesar del aparente patriotismo desplegado durante los prolegómenos de la guerra. Finalmente, Iturrioz le pregunta a Andrés por su estancia en Alcolea: bien como médico, mal en lo personal, responde Andrés. Comenta Andrés que la gente del pueblo no tiene ninguna conciencia de nada. Su tío replica que les falta egoismo e individualismo, que es lo que hace avanzar a uno mismo y a la sociedad en conjunto, a lo que Andrés asiente. Además no hay ninguna justicia para repartir los beneficios que se generan, y el pobre sigue en su espíritu de miseria. Iturrioz le critica que se ha presentado en Alcolea con un ser superior, pero Andŕes contesta que solo ser independiente.
Capítulo II: Los amigos
Es otoño y Andrés está sin trabajo. Se encuentra por la calle con Montaner, amigo de estudios (ver primeros capítulos) y van a tomar algo. Le cuenta que tenía novia, pero que sus padres la casaron con otro y que terminó entonces la carrera en Salamanca. Ha estado trabajando de ayudante en la clínica de Julio Aracil, amigo común, pero le ha echado. No tiene trabajo pero no quiere salir de Madrid, ni para trabajar de médico. Le habla de otros amigos: Cañizo, que tiene un periódico sobre carnicería y le va bien, Ortega alcoholizado. Sobre Aracil le dice que lleva una vida algo desordenada y que prostituye a su mujer. Se encuentra otro dóia con Aracil, le cuenta que ha estado con Montaner y ya sabe que habrá hablado mal de él. Desmiente todo, a su mujer simplemente le da libertad para que ande con quien quiera. Vive al día, con muchos gastos, trajes, diligencias, joyas, ... Se despiden.
Capítulo III: Fermín Ibarra
Se encuentra también con su antiguo amigo Fermín Ibarra, el inventor. Se queja de que en España no le hacen mucho caso y critica la chulería que domina el país. Unos meses después, Ibarra le escribe desde Bégica. Allí ha tenido éxito.
Capítulo IV: Encuentro con Lulú
Se encuentra con Lulú que se turba al verle. Lulú le propone quedar el sábado. Cuando aparece, Lulú está con su madre y un hombre joven. Andrés se sient apartado pero Lulú le dice qiue se acerque. La madre se comporta de forma desagradable con Andrés. Comienzan a hablar animadamente Andrés y Lulú, se cuentan donde y como han andado los dos. El hombre joven se va, visto que Lulú está con Andrés. Doña Leonarda, la madre, parece enfadada, y es que el chico parece ser un pretendiente de Lulú. Lulú le cuenta que Julio Aracil no tenía intención de casarse con Niní, por ser pobre. Lo contó a su madre y a Niní, que lloró por ello. Pero ella vió la solución en don Prudencio, que visitaba a la familia. Se casó finalmente con Niní y generosamente le puso una tienda de confección a Lulú. Le comunica que don Cleto, un vecino conocido por ambos, murió de hambre el pobre. Quedan en verse allí mismo. Aracil también suele ir, pero no le guarda rencor.
Capítulo V: Médico de higiene
El padre de Andrés hace valer sus influencias y un amigo suyo del gobierno promete buscarle un puesto de médico de higiene, si así lo quiere Andrés, que acepta sin dudas. Pero a los pocos días de ocupar el puesto, entiende que no está hecho para ello. Su trabajo consiste en examinar el estado de salud de las prostitutas, para dictaminar si pueden ejercer la profesión. Siente tristeza y también ira, hacia los proxenetas y chulos y también hcia las prostitutas por su falta de conciencia e indiferencia. Entre los dueños de las casas de prostitución hay de todo, incluso curas. Y los clientes son casi siempre hombres de la alta sociedad, sin escrúpulos a pesar de su apariencia. Piensa que si hubiera conciencia habría una revolución en contra de todo eso. Pero el pueblo va cayendo en el espíritu de lo más miserable, incapaz de luchar, incluso fisícamente, mientras que la burguesía parecía invencible, dispuesta simepre a someter y esclavizar.
Capítulo VI: La tienda de confecciones
Tras un parñentesis de un mes, Andrés visita a Lulú en su tienda y queda asombrado por lo bien que está montada. Lulú le comenta que Aracil estuvo de vivista y que no habló bien de eĺ. Le contó que Andrés le había dicho que ella era como un orangután. Andrñes confiesa quees posible que dijese eso, y Lulú se indigna. Otro día Andrés encuentra en la tienda a un farmaceútico, amigo de Lulú. Entabla conversación con él, y Andrés le confiesa que cree que es una chica sin sensualidad, demasiado intelectual. Andrés percibe que Lulú trata mal y desdeña a ese hombre y se lo recrimina, siendo además un hombre agradable, pero Lulú dice que hace lo que da la gana. Andrés contesta que no soporta a las mujeres, a ella incluida. Lulú reprocha a Andrés su carácter, medio en broma.
Capítulo VII: De los focos de la peste
En la tienda Andrés comenta a Lulú que el mundo está compuesto de contrarios, amor y prostitución, libertad y cárcel. Cuenta las bestialidades de los burdeles, como las tienen presas y esclavizadas y las tratan con crueldad terrible. Cuenta varias historias al respecto. Arremete contra los chulos que las controlan, gente sin escrúpulos que consideran a las mujeres un mero objeto. Dice que todo eso proviene del carácter semítico (judío y moro) que todavía impregna al español. Y todo dentro de una inconciencia absoluta, desde las victimas a los verdugos. Quizás al final haya que aceptar la teoría de Iturrioz, según el cual todo ello no es más que un fenomeno natural, una ley de la naturaleza. Lulú le propone dejar el puesto de trabajo y Andrés asiente.
Capítulo VIII: La muerte de Vilasús
Andrés cambia de puesto y ahora se dedica a tratar a la gente pobre. Sin embargo, tampoco se encuentra a gusto. No soporta la miseria de esas gentes, y menos aún su espíritu miserable y de esclavo. Se encoleriza incluso contra ellos. Los domingos, cuando pasea y ve a la gente de vuelta de los toros, tiene ganas de empuñar un arma y disparar contra esa multitud de chulos, para que aprendan lo que es el dolor ajeno. Solo se encuentra bien en la tienda de Lulú.
Un día, de visita en un barrio pobre, le llaman para que visite a un hombre en mal estado. Y realmente lo está: famélico, ciego y además canta y recita continuamente. Se llama Rafael Vilasús y enseguida Andrés le reconoce, es un escritor de dramas que había conocido hace años. Ha envejecido notablemente y se compadece de él viéndole enloquecido. A la semana vuelve pero Vilasús ha muerto. Velan su cadáver ademñas de sus hijas, también miserables, una panda de bohemios que dicen que no está muerto sino que sufre un ataque de catalepsia, hasta que Andrés certifica la muerte. Uno de los desarrapados lanza una ridícula loa al muerto, mientras el empleado del coche fúnebre mete prisa a los presentes. Otro dice, tras ver la escena, que habría que ponerse una bomba en la boca, para desaperecer. Andrés sale de la casa, dejando a atrñas esa pandilla de desarrapados y bohemios.
Capítulo IX: Amor, teoría y práctica
En la tienda de Lulú, Andrés comienza a divagar con ella sobre el amor de pareja. Considera que existen dos tipos amor: el amor entre semejantes o amor entre hombres y mujer parecidos, propio de los que tienen un alto concepto de sí mismos (hombre delgado y mujer delgada); y el amor entre contrarios o diferentes, que se corresponde a aquellos que no tienen una buena imagen propia (hombre gordo con mujer delagada). Lulú le contesta haciendo referencia a sí misma, divertida. Andrés define el amor como instinto sexual maquillado con el instinto fetichista de idolatrar a la pareja. Lo considera un engaño, pero no sabe si es mejor engañarse o no engañarse y ser consciente de lo que significa el amor.
Los dias siguientes, Andrés se siente melancólico, quizás por su soltería. Va a la tienda y le dice a Lulú que está muy guapa, le toma la mano y declara su amor. La besa. Lulú queda turbada, pero al final confiesa que sintió el engaño del amor, como dice Andrés, hacia él desde el momento que le conoció. Y le dice que no quiere que se separe de ella.
SEPTIMA PARTE: LA EXPERIENCIA DEL HIJO
Capítulo I: El derecho a la prole
Unos dias más tarde, Andrés se presenta en casa de su tío Iturrioz, y simulando que necesita consejo para un amigo suyo que se quiere casar, cuando en realidad pide opinión sobre casarse con Lulú. Le cuenta el caso: un chico nervioso con una novia algo histérica. Y le plantea a su tío si deberían casarse. Iturrioz le contesta que no, de forma taxativa, pero que el amigo debería hacer al final lo que le quiera. Su argumento es que de ese matrimonio solo nacerán niños insanos e infelices. Más aún: odia a la gente vulgar y miserable que trae hijos al mundo sin ton ni son, sin importarles su educación, su salud y su bienestar. Sólo el hombre egoista, fuerte, sano y con recursos debería tener hijos. Andrñes sale de su casa sin una decisión clara, pero finalmente escribe a su tío diciendo que el que se plantea casarse realmente es él.
Capítulo II: La vida nueva
Finalmente se casó por la Iglesia (en el fondo le daba igual). Andrés comenzó a trabajar det raductor y redactor de revistas médicas. Compraron una casa cerca de la tienda y acondicionaron una habitación de acuerdo con los principios de higiene que Andrés tanto respetaba. Quiere muebles sencillos. Se muestra inflexible ante el deseo de Lulú de que su madre, Doña Leonarda, venga a vivir con ellos. Traen de criada a la Venancia (capítulo VI). Trabaja a gusto, alegre y motivado, y de hecho le permiten dejar a un lado las traducciones y centrarse en los estudios originales, aunque siempre con datos de investigadores extranjeros. Con lo fácil que sería montar laboratorios en el país, y se acuerda de lo que le decía su amigo Fermín Ibarra. Es feliz, pero su pesimismo le hace pensar que su alegría puede acabarse cualquier día. Comenta por ello a Lulú que no haga caso ni se relacione demasiado con los allegados, su hermana, su suegra, vecinos, ... Lulú ya sabe que es algo antisocial. Llevan una vida tranquila, pasean y van al cine. Sin mayores contratiempos, excepto un intento de robo en la calle, en el que Andrés reacciona rápido y eficientemente. Se quieren de verdad.
Capítulo III: En paz
El estado de felicidad de Andrés se prolonga durante de meses. Ha llegado al estado de seneridad al que aspiraban los filósofos antiguos. Ni siquiera le importa el dinero y se lo entrega todo a Lulú. Incluso su aspecto físico ha mejorado, y también el de Lulú, que de guapa que está los hombres han empezado incluso a seguirla. Lulú le comenta la posibilidad de tener un hijo, pero Andrés no quiere ni oir hablar de ello, le parece que es asomarse a un abismo. Pero al poco tiempo, Lulú empieza a mostrarse melancólica. Le confiesa a Andrés que desea un hijo. Andrés acepta, pero sus nervios afloran de nuevo. Percibe que el amor que Lulú siente por él ha cambiado. Será el embarazo, piensa. Doña Leonarda frecuenta a su hija y envenena las conversaciones. Lulú también esté nerviosa. Y todo ello le afecta de tal manera a Andrés, que incluso comienza a tomar morfina para dormir.
Capítulo IV: Tenía algo de precursor (final)
Llega la hora del parto. Lulú, valiente y animada, pero sufriendo. Al final, se va extenuando. Andrés. sufriendo también. Se complica el parto, utilizan el forceps. Pero el niño nace muerto. Lulú sufre una hemorragia importante y queda muy débil y deprimida. Cree que va a morir, y lo siente sobre todo por Andrés, al que acaricia para cosolarle. Al tercer día, Lulú murió. Extenuado y destrozado, toma morfina y se duerme, mientras Niní, su marido y Doña Leonarda, horrible, pululan por casa. Se despierta y ve el cadáver de Lulú, blanco y sereno. Queda absorto, mientras escucha la conversación del médico e Iturrioz en el cuarto contiguo. Dice el tío que es una lástima, ahora que Andrés iba tan bien, que suceda esto. A la mañana, a la hora del entierro, Andrés no se levanta y van a despertarle pero está muerto. Se ha inyectado veneno. Ha muerto sin dolor. Su tío le aclama: era un epicúreo, un verdadero aristócrata. Y el médico asiente, y añade que era un precursor, un pionero.
FIN
Como citar: Sarasola, Josemari (2024) en ikusmira.org
"El árbol de la ciencia, Pío Baroja: resumen por capítulos" (en línea) Enlace al artículo
Última actualización: 22/09/2024
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