La casa de Bernarda Alba, Federico García Lorca: resumen

La casa de Bernarda Alba es una obra de teatro escrita por Federico García Alba el, el mismo año de su asesinato por los fascistas en Granada. Fue su última obra de teatro y la más famosa y significativa de todas las obras que escribió. Debido a la guerra y posterior censura en España, fue publicada y estrenada en Buenos Aires en 1945.

El tema principal de La casa de Bernarda Alba es la opresión que sufren las mujeres en una sociedad rígida moralmente y guiada por principios patriarcales, la sumisión de unas y la lucha de otras por su autonomía y libertad. 

El argumento de La casa de Bernarda Alba. Una madre de una clase social relativamente alta, Bernarda Alba, vive aferrada a unas normas morales estrictas y rígidas con sus cinco hijas, a las que impone dicha moral con un autoritarismo tiránico. El plan de casar a su hija mayor, Angustias, con un hombre mucho más joven y atractivo, Pepe el Romano,  crea un conflicto grave en la famlia, ya que la hija más pequeña, Adela, mantiene un idilio con el pretendiente, mientras que otra hija, Martirio, con un compromiso fallido a causa de la intervención de la madre con un hombre de clase social baja, lo desea secretamente. El conflicto se ve acentuado por la presencia e intervención ambigua de una criada, La Poncia, en contra de la madre, aferrada a los valores tradicionales, pero consciente de la realidad opresiva que viven las hijas y ella misma como criada, y con conocimiento del idilio de Adela con el pretendiente de Angustias. El conflicto acaba de forma trágica al desvelarse una noche en la casa que Adela ha estado en el corral con Pepe. Un disparo de Bernarda a Pepe hace creer a Adela que su amante ha muerto y se ahorca.

Personajes

  • Bernarda Alba, matriarca autoritaria y tiránica, acada de enviudar de su segundo marido
    • HIJAS (de mayor a menor edad)
  • Angustias, su hija mayor, única hija del primer marido de Bernarda Alba
  • Magdalena, segunda hija, sumisa pero consciente de su opresión en la sociedad patriarcal; tiene una inclinación natural hacia el bien
  • Amelia, sumisa también;
  • Martirio, enferma y tullida, reprimida y frustrada. Pudo casarse pero su madre no dio el consentimiento, por ser el pretendiente de clase social baja.  Ama a Pepe el Romano en secreto. Roba un retrato de Pepe a Angustias.
  • Adela, su hija más joven, hermosa, vital, lucha por ser libre de su destino, desea a Pepe el Romano y mantiene un idilio con él. 
  • Pepe el Romano, atractivo joven, pretendiente de Angustias y amante de Adela. A pesar de ser un personaje central, es invisible en la obra. 
  • La Poncia, criada de Bernarda (¿nombre vinculado a Poncio Pilatos, traidor de Jesús?)
  • María Josefa, la madre de Bernarda,  es una anciana con demencia, pero que de forma intuitiva entiende la situación a la perfección desde su mundo
  • Prudencia, mujer sabia y prudente, como su nombre indica, que está de visita en la casa (acto III)
  • Enrique Humanes, pretendiente frustrado de Martirio
  • Paca la Roseta,  una prostituta del pueblo

Resumen por actos

Acto I

Una habitación blanca. Se oye el repicar de campañas. La Poncia y otra criada (sin  nombre) hablan entre ellas, arremetiendo contra su señora Bernarda, explotadora,  tirana como ninguna. Se proponen robarle comida, ahora que está en el funeral de su marido. Una voz llama a Bernarda, es la anciana madre de Bernarda. María Josefa. La tienen encerrada en la habitación contigua. Las criadas maldicen a Bernarda. La Poncia, sobre todo, clama venganza contra ella y sus hijas, miserables todas ellas, por la vida que le han hecho llevar, trabajando sin descanso. Están limpiando la habitación y los enseres para recibir a las visitas que se esperan tras el funeral. Una mendiga entra pidiendo las sobras de la comida, pero la criada la echa con desprecio y crueldad. En esto empiezan a entrar mujeres de luto y tras ellas, entra Bernarda, con sus cinco hijas.

Con un calor de plomo, Bernarda empieza a dar órdenes aquí y allá. Expulsa a la criada, reprochándole no haber limpiado bien la estancia, muestra su desprecio por los pobres como ella. Algunas mujeres y muchachas le contestan: los pobres también tienen que comer y tienen sus penas. Las hace callar de mala manera. Una muchacha comenta a Angustias, la hija mayor de Bernarda, que en el funeral estaba Pepe el Romano. Bernarda lo niega, mientras arremete contra las mujeres que miran a los hombres en la iglesia. Dos mujeres maldicen a Bernarda en voz baja. Con un golpe de autoridad, Bernarda entona unas oraciones que las mujeres siguen. La Poncia entra con una bolsa con dinero donado por los hombres para el funeral, que aguardan fuera. Las mujeres se van. Bernarda las maldice, que se vayan a sus cuevas. La Poncia le dice que no tendrá queja, ya que han venido todas. Sí, dice Bernarda, pero para criticar. Amelia le ofrece un abanico, pero lo rechaza por no ser negro. Y ordena luto para ocho años, durante los cuales se tapiaran puertas y ventanas. Propone a las hijas que en ese tiempo borden su ajuar para casarse. Magadalena, una de sus hijas, rechaza ese destino, prefiere trabajar hasta reventar que quedarse encerrada, maldice a las mujeres. La criada trae a la madre de Bernarda, dura como la piedra, pero con el sentido perdido. La vieja quiere ponerse sus joyas para casarse, lo que provoca la hilaridad entre las hijas de Bernarda. Bernarda pregunta por Angustias. Estaba mirando por la puerta. Bernarda la recrimina duramente por ir detrás de los hombres e intentar oir sus conversaciones y la amenaza con un bastón. Expulsa a todas las hijas de la estancia. Pero ella también muestra curiosidad por el tema de conversación de los hombres. La Poncia le cuenta que hablaban de que Paca la Roseta, una mujer que no es oriunda del pueblo, es secuestrada por unos hombres, que tampoco son del pueblo, con los que mantiene relaciones sexuales. Poncia dice que los hombres del pueblo no son capaces de eso, pero Bernarda le dice que bien que les daba morbo hablar del tema. Y se enoja porque su hija Angustias quiera oir también la conversación, y de hecho Poncia le asegura que ha escuchado más de lo que debiera. Le dice además que Angustias ya está en edad, que debería estar casada ya, con sus 39 años. Bernarda replica que a sus hijas no les hace falta ningún novio,  y menos aún que sean los hombres del pueblo, que no tienen la clase que se merecen sus hijas. Poncia le replica que fuera del pueblo serían sus hijas las que no tendrían clase. Bernarda maldice su lengua, y que no se pase de confianza, que es su criada. Y de paso que guarde la ropa del muerto, y que no dé a nadie ni un botón. Sale de la estancia ayudada por el bastón, y después las criadas.

Entran Amelia y Martirio. Amelia a Martirio, a ver si se ha tomado la medicina (Martirio está enferma). Amelia dice que Adelaida no estuvo en el duelo. Martirio explica que es porque Bernanrda, su madre, conoce la historia de su padre, que asesinó a un hombre para hacerse con su mujer y que luego abandonó a esta, y luego a una detrás de otra, o las maltrató. Martirio maldice a los hombres. Amelia le recuerda que Enrique Humanes anduvo detrás de ella. Nada hubo, dice Martirio, se echó para atrás para irse con otra con más riqueza. Entra Magdalena, dice que ha repasado los ajuares de boda de antaño, hoy en día las bodas no son lo que eran. Dice que Adela se ha puesto un vestido verde que se ha hecho nuevo, ilusionada, pero a falta de público lo ha hecho delante de las gallinas. Magdalena les da una noticia: Pepe el Romano va a pedir la mano de Angustias. Amelia y Martirio se alegran. Magdalena les reprocha su falsa alegría, Angustias es fea y vieja ya que está claro que se casará con ella por el dinero. Y es que Angustias es la primogénita, la hija mayor, y por tanto a la que corresponde el patrimonio de su padre recién fallecido. Aunque lo lógico sería que Pepe el Romano se casara con Amelia o con Adela, la más joven. Entra Adela ilusionada. Magdalena se mofa de ella por haber ido donde las gallinas a ponerse el vestido verde. Adela dice que el vestido es precioso. Magdalena dice que se lo regale a Angustias para su boda con Pepe el Romano. Ante la noticia de esa boda, Adela se queda estupefacta. Se explica ahora que Angustias espiara a los hombres, buscaba en realidad a Pepe el Romano. Adela lamenta su suerte: no se pondrá de luto, se pondrá el vestido verde. Entra la criada diciendo que Pepe el Romano se acerca por la calle. Todas las hermanas van hacia afuera para verle. Adela sube a su habitación para verle desde allí.

Entran Bernarda, la Poncia y luego Angustias. Hablan de la herencia del difunto, casi todo va para Angustias. Bernarda lo acepta, resignada. Angustias aparece maquillada, lo que irrita a Bernarda, dónde se ha visto eso, el día del funeral maquillarse. Angustias alaba a su verdadero padre, y no a su padrastro difunto, lo que irrita de nuevo a Bernarda. Pide salir. No con los polvos en la cara, dice Bernarda. Magdalena entra  y discute con Angustias por la herencia. Entra María Josefa, la madre de Bernarda, dice que se quiere casar,  y que no dejará ningún ajuar en herencia a las mujeres de la casa. Bernarda da orden a las criadas para que la vuelvan a encerrar, mientras la anciana grita que quiere casarse a la orilla del mar.

Acto II

En la habitación blanca están varias hijas de Bernarda, entre ellas Angustias. Falta Adela. Están cosiendo las sábanas de matrimonio para Angustias. Adela está en su habitación, como asustada dice la Poncia. Angustias responde airadamente, ufanándose de que pronto saldrá del infierno en que vive. Discuten entre ellas. La noche pasada Angustias estuvo hasta la madrugada hablando en la ventana con Pepe el Romano, las hermanas y la criada lo saben. Le preguntan de que hablaron, de que va a ser, dice Angustias. Finalmente le debió decir que necesitaba a una mujer como ella, y que si ella estaba conforme. Angustias no dijo nada. La Poncia cuenta la misma escena que vivió ella con su marido, recordando solo las buenas noches que le dió, y como al largo rato le dijo que se acercara, que la iba a tentar. Risas entre las mujeres. Y añade, que los hombres rápido se aburren de la cama, que se pasan a la comida, y de la comida al bar. Triste destino, al que hay que conformarse, aunque ella incluso le pegaba, hasta que murió. Ríen. Llaman a Adela, para que comparta las risas. Pero no viene. Angustias dice que es la envidia, que la corroe. Adela entra, dice que tiene mal cuerpo. Preguntan si ha dormido bien, las manda a freir espárragos, quisiera ser invisible ante ellas. Maldice incluso a Martirio, su hermana favorita, y la ofende por su joroba, y le recrimina que la persigue a todos lados y que diga siempre "que lástima de cuerpo que no será para nadie", cuando Adela lo tiene claro: su cuerpo será para quien ella quiera. De Pepe, dice la Poncia, bajo. Adela le dice que se calle. La Poncia replica que sabe que por las noches se pone casi desnuda con la ventana abierta para que Pepe la vea cuando viene a ver a Angustias. Adela lo niega. La Poncia le aconseja que se aguante y que además no está todo perdido. Angustias es débil y puede morir en el primer parto, y entonces Pepe se casará con ella. Adela, que se calle de una vez, que no manosee asuntos ajenos. La Poncia clama por su decencia, mientras que Adela dice que lo único que le puede reprochar es que se encierra en su cuarto. Discuten acalarodamente. Angustias entra un momento, preguntando a la Poncia si ha comprado el perfume y los polvos para ella. Entran Magdalena, Martirio y  Amelia. Martirio trae unos encajes para su ropa interior y la Poncia se mofa, diciendo que ante quien se se va a lucir con ellos. Oyen a los hombres del pueblo yendo a trabajar a los campos, también segadores de fuera. La Poncia cuenta que ayer llegó al pueblo una mujer con lentejuelas y que se llevaron al olivar. Magdalena, Adela y Amelia lamentan su suerte, el haber nacido mujeres. Se oye el canto de los segadores. Martirio dice que oyó ruidos la pasada noche en el corral, Amelia se hace la sueca, dice que dormía. Angustias entra en escena hecha una furia, preguntando quién ha cogido su retrato de Pepe el Romano que tenía debajo de la almohada. Martirio ironiza que igual está en el corral, que a Pepe le gusta a ir allí por las noches. Amelia dice que ella no sabe nada. Bernarda entra alertada por el ruido de la discusión. Interroga a las hijas y ordena a la Poncia buscar el retrato. La Poncia lo encuentra y dice, interrogada duramente por Bernarda, que lo ha encontrado entre las sábanas de Martirio. Bernarda maldice y golpea a Martirio con un bastón. Martirio se defiende y dice que solo ha sido una broma. Adela dice que de broma nada, y amenaza a Adela con hablar de lo suyo. Se inicia una discusión entre hermanas. Angustias dice que no tiene la culpa de que Pepe se haya fijado en ella, y Adela le replica que en los que se ha fijado es en sus riquezas. Bernarda ordena silencio y maldice a sus hijas. La Poncia y Bernarda discuten: Bernarda dice que hay que casar a Angustias cuanto antes, La Poncia le recrimina no haber dado libertad a Martirio para casarse con Enrique Humanes y Bernarda replica que ninguna hija suya se casa con una familia de gañanes. La Poncia le replica duramente, al ser ella también de origen humilde y se inicia una discusión entre ellas. La Poncia le espeta que su hijo le ha dicho que ayer a las cuatro y media de la madrugada, todavía rondaba por alli. Angustias lo niega. Martirio lo confirma. Bernarda clama contra la infamia de poner en duda la honorabilidad de su familia. La otra criada entra diciendo que la gente está a la puerta de sus casas, algo debe pasar en la calle. Sale Bernarda y entran Martirio y Adela, celosas la una con la otra por Pepe el Romano. Adela promete que conseguirá a Pepe para sí, que se chivará de que ama a Martirio, y  Martirio le amenaza con contar que se abraza con Pepe por las noches. La Poncia y Bernarda entran: una hija de una familia del pueblo ha tenido un niño bastardo y lo ha matado y ocultado en el campo. La gente la trae arrastrando por la calle, la quieren matar. Bernarda y Martirio claman por la muerte de la mujer, y Adela la defiende.

Acto III

Bernarda, sus hijas, La Poncia y una mujer llamada Prudencia están en casa cenando. Reina entre ellas el silencio, roto solo por el ruido de platos. La mujer quiere irse pro Bernarda pide que se quede, le pregunta por su marido, también por su hija, que dice la mujer que se ha convertido en su enemiga. Un caballo cocea en corral y hace retumbar la casa. Prudencia se asusta, pero reconoce la admiración por Bernarda por haber sabido acrecentar su hacienda. Prudencia le preguntas por Angustias, que le van a pedir mano en tres días. Angustias le enseña el anillo de perlas, mientras Adela dice que los anillos de compromiso deben ser de diamantes. Hablan del ajuar boda, muebles, ... Despiden a Prudencia. Amelia y Martirio acompañan a Adela afuera a tomar al aire, con el odio contenido de Adela, por tanto control. Dentro, Bernarda pide a Angustias que perdone a Martirio por lo del retrato, que todo fue una broma. Angustias dice que Martirio no la quiere. Cambian de tema: hablan de Pepe. Angustias dice que le distraido y preocupado, Bernarda intenta quitar hierro al asunto, pero Angustias reconoce que no está contenta. Piensa que Pepe le oculta cosas. Bernarda le aconseja que no le contradiga, que le siga la corriente. Pepe  no vendrá a la noche, está con su madre fuera. Entran las tres hermanas que estaban fuera. Noche oscura, llena de estrellas. Adela comenta la impresión que le ha dado el caballo blanco en el corral. Angustias se va a la cama, justificándose con que no viene Pepe. Adela prefiere quedarse admirando el espectáculo de la noche, pero la madre manda a todas a dormir. Aparece la Poncia, que se queda con Bernarda. Dice Bernarda que está vigilando, esa cosa tan grande que dice la Poncia que está pasando en la casa. La Poncia se calla, que es mejor callarse, dice. Le pregunta Bernarda si su hijo sigue viendo a Pepe a altas horas. La Poncia no quiere hablar. Llega la otra criada, a ver si algo más que hacer. Nada, dice Bernarda, que se va a dormir. La Poncia dice que Bernarda es incapaz de ver lo que se avecina en la casa, una tormenta que sacudirá cada rincón. Que fuerza tiene un solo hombre entre mujeres, dice la criada. Dicen que Adela está al acecho, que Martirio es la peor. Ladran los perros. ¿Ha entrado alguién? Adela se levanta en enaguas para beber agua, dice. Las criadas dicen retirarse. Los perros siguen ladrando. María Josefa, la madre de Bernarda, sale con una oveja en brazos, recitando una poesía, en la que maldice a Bernarda y Magdalena. Adela desaparece por el corral. Se levanta Martirio, dice a la abuela que a ver que hace ahí. Enseña la oveja y dice que es su niño, un niño, como el que Martirio no ha tenido, insinúa en sus palabras. Un ninño blanco, no como el luto siniestro de la casa. Dice la anciana que todas están locas por Pepe, pero que él las va a devorar. Se retira. Martirio avanza hacia el corral, Adela sale despeinada. Martirio la recrimina, Adela dice que ya quisiera ella estar en su lugar. Que ella ha cogido lo que es suyo, su Pepe. Martirio dice que no lo permitirá, que se casará con Angustias. Adela le espeta que está celosa, y que quiere que está con Angustias, porque en realidad no la quiere. Es ella, Adela, la que Pepe quiere de verdad. Martirio reconoce que está celosa, que ama a Pepe. Adela, dice que ya le da todo igual, que se case con Angustias, porque es con ella con quien Pepe se va al rio, y ella le esperará en una casa propia cuando esté casado. Martirio dice que lo impedirá. Alguién silba, Adela quiere salir al encuentro, pero Martirio se interpone. Luchan. Sale Bernarda, en enaguas. Martirio delata a Adela, dice a a su madre que mire las enaguas con paja de trigo enganchadas. Adela grita que se acabó, que solo Pepe manda en ella. Que es es su mujer,  la verdadera mujer de Pepe, dice a Angustias, que acaba de salir de su cuarto. Angustias busca una escopeta para saldar la que dice deshonra de Adela. Magdalena pide que dejen marchar a Adela, para no verla nunca más. Suena un disparo. Bernarda dispara la escopeta contra Pepe. En la noche, Adela cree que su amante ha muerto y sale corriendo. Lo cierto es que Pepe ha conseguido escapar a caballo. Adela está encerrada en un cuarto y su madre y  la Poncia le gritan que abra. Cuando la Poncia fuerza la puerta, encuentran a Adela ahorcada. Bernarda, ante la presencia de todas las hermanas, clama que algun día caerá Pepe. Y victoriosa, dice que su hija ha muerto virgen, que no quiere llantos, quiere silencio, ya habrá luto. Y que su hija ha muerto VIRGEN.

FIN

EN PROCESO 



Como citar: Sarasola, Josemari (2024) en ikusmira.org
"La casa de Bernarda Alba, Federico García Lorca: resumen" (en línea)   Enlace al artículo
Última actualización: 22/09/2024

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