El cuarto de atrás, Carmen Martín Gaite: resumen por capítulos
El cuarto de atrás es una novela de Carmen Martín Gaite, publicada en 1978, con el que ganó el Premio Nacional de Narrativa.
Resumen por capítulos
Capítulo I
Me acuesto en mi cama, sintiendo la familiaridad de mi postura de dormir: mi brazo derecho debajo de la almohada, mi cuerpo ligeramente apoyado contra el flanco. Es una postura que he adoptado desde que tengo memoria, como si mi cuerpo supiera instintivamente que es la posición más cómoda y relajante. Cierro los ojos y, como de costumbre, aparece ante mí un desfile de estrellas con caras de payaso. Ríen y ascienden en un zigzag interminable, como si estuvieran en un circo celestial. Es un espectáculo que conozco bien, pero que aún me intriga y me divierte.
Mientras miro las estrellas danzantes, mi mente viaja al pasado, a mi infancia. Recuerdo cómo esperaba con impaciencia la transformación que sentía al dormir. Era como si, al cerrar los ojos, entrara en un mundo mágico, lleno de posibilidades y aventuras. Anhelaba revivir esa sensación de anticipación y emoción. Me imagino a mí misma de niña, quieta y expectante, saboreando la espera, creyendo que lo mejor estaba por venir. Sabía que algo maravilloso estaba a punto de suceder, y esa expectativa me llenaba de una alegría inocente.
Sin embargo, esta noche me siento inquieta y no puedo quedarme quieta. Me levanto de la cama, sintiendo la necesidad de explorar mi habitación con una nueva perspectiva. Enciendo la luz y observo mi entorno con extrañeza. Todo parece estar torcido, inclinado, como si hubiera sido pintado por un artista surrealista. Me acerco al espejo y me veo a mí misma, una figura vertical y excesivamente rígida. Me siento decepcionada, como si mi reflejo no fuera real, como si estuviera observando a una extraña.
Decido sentarme en el suelo, buscando consuelo en los objetos que me rodean. Encuentro la cesta de costura de mi abuela, llena de recuerdos y tesoros. La abro con cuidado, sabiendo que dentro hay mucho más que simples hilos y agujas. Mientras la abro, varios libros se caen de la estantería, creando una cascada de palabras y sueños. Entre los objetos esparcidos, encuentro un papel doblado que brilla con una luz misteriosa.
Lo tomo entre mis dedos con curiosidad y lo abro con cuidado. Descubro que es una carta dirigida a mí, escrita a mano con una caligrafía elegante y fluida. La leo con avidez, sintiendo la presencia del escritor en cada palabra. Es un hombre que está sentado en una playa, solo y reflexivo, anhelando mi presencia. Describe su soledad y su deseo de encontrarme, de compartir sus pensamientos y experiencias conmigo.
Me pregunto quién será este hombre y cuándo me escribió esta carta. Recuerdo cómo, en el pasado, me escribía cartas a mí misma, sellándolas y enviándolas para descubrirlas más tarde, como si fueran mensajes del futuro. Pero esta carta es diferente. La letra me resulta vagamente familiar, como si la hubiera visto antes, pero no puedo recordar de quién es. Me siento intrigada, con ganas de conocer al autor de estas palabras conmovedoras.
La carta me lleva a reflexionar sobre mi corazón, ese órgano valiente y desconocido que late incansablemente en mi pecho. Recuerdo cómo dibujaba corazones en la escuela, cómo los veía en las películas y cómo los escuchaba en las canciones de amor. Es el timonel de mi vida, el que me mantiene en marcha a través de las tormentas y los mares tranquilos. Pienso en todos los momentos en los que mi corazón ha latido con fuerza: momentos de alegría, tristeza, amor y miedo. Es un compañero fiel que ha estado conmigo en cada paso de mi vida.
Me tumbo en la cama de nuevo, sintiendo la calidez y suavidad de las sábanas. Cierro los ojos y deseo ver a alguien, sin saber quién es. Mi corazón late con fuerza, lleno de esperanza y anhelo. Deseo encontrar al escritor de la carta, conocer su historia y compartir la mía. Me duermo soñando con encuentros en playas lejanas, con corazones valientes que navegan juntos en la inmensidad del mar de la vida.
Me despierto por la mañana, sintiendo una paz profunda en mi corazón. La carta yace en mi mesilla de noche, como un talismán que me protege y me recuerda que, aunque el mundo pueda parecer torcido a veces, siempre hay esperanza y posibilidades. Sonrío, agradecida por los misterios y las maravillas que la vida me ha ofrecido, y me preparo para enfrentar un nuevo día con valentía y curiosidad.
Capítulo II
EN PROCESO, GRACIAS POR TU PACIENCIA
Como citar: Sarasola, Josemari (2024) en ikusmira.org
"El cuarto de atrás, Carmen Martín Gaite: resumen por capítulos" (en línea) Enlace al artículo
Última actualización: 09/07/2024
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