Patria, Fernando Aramburu: resumen por capítulos
Capítulo 1: Tacones sobre el parqué
Bittori mira furtivamente desde la ventana de su casa de Donostia como su hija Nerea entra al taxi que le va llevar con su marido al aeropuerto para un viaje a Londres. Maldice que su hija se haya casado con ese hombre que no la quiere. Piensa en su difunto marido Txato, cuando tras la boda de la hija tuvo un mal presentimiento sobre el marido.
Momentos antes Nerea y Quique se han despedido de su piso. Quique, el marido de Nerea, desagradable, sale antes. Nerea, esquiva y contestona, aguanta estoicamente los dardos de su madre hacia Quique. Nerea dice que acompañar al marido en un viaje a Londres es un ultimo intento de salvar el matrimonio. No tienen hijos, Nerea quiere adoptar, pero su marido es absolutamente reacio a la idea. Madre e hija se despiden rápido y algo friamente.
Capítulo 2: Octubre benigno
Es octubre. Bittori ha ido a misa, aunque no es creyente y menos aun practicante desde el asesinato de su marido. Si va a misa, es por ver a gente y no sentirse sola. Oye las palabras del sacerdote y niega una y otra vez lo que aquel afirma. Sale de la iglesia y una voz la interpela. Una vecina, aque le da la noticia de que ETA ha anunciado un cese el fuego definitivo. No siente nada, no tiene verdaderos motivos para alegrarse en lo que a ella respecta. Se despide friamente de la vecina. Llega a casa, silenciosamente, conoce ya la noticia y quiere pasar desapercibida. Ikatza, el gato, hecho un ovillo. La llama el hijo, Xabier, médico, que le comunica de nuevo la noticia del día. Enciende el televisor y ve a los miembros de ETA haciendo su anuncio. Se le hace insoportable. Mañana irá al cementerio, tendrá que contarle a Txato la noticia.
Capítulo 3: Con el Txato en Polloe
Va en bus al cementerio de Polloe. Viste de negro, al menos para ir al cementerio. Sus hijos le empujaron a que llevara el luto habitualmente. En la lápida del Txato, aparece su nombre pero no el mote. Sus hijos pretendieron que ni siquiera apareciese la fecha de su asesinato, para evitar posibles vandalismos en la tumba, pero ella se negó. Sería matarle dos veces. Se sienta en la tumba y empieza a hablar figuradamente a su marido, a veces con el pensamiento y a veces incluso musitando las palabras. Le cuenta lo del viaje a Londres, criticando a su hija, pero sabe que para el Txato su hija Nerea era especial. Y le cuenta lo del cese el fuego, y su decisión firme. Va a ir a la casa del pueblo. Quiere estar entre los que lo mataron, aunque el autor material esté en la cárcel. Lo tiene que hacer.
Capítulo 4: En casa de esos
Miren está haciendo la cena. Su hija Arantxa está con ella, paralítica y madre de dos niños. Oye la noticia del cese el fuego. No recibe la noticia con buenos ojos, todavía hay que liberar a Euskal Herria. Joxian el marido llega del bar Pagoeta de echar la partida con los amigos. Algo borracho. Entre los dos acuestan a Arantxa. Joxian le cuenta a Miren que han vuelto "esos", que ha visto luz en su casa. Miren hace un comentario despectivo.
Capítulo 5: Mudanza a oscuras
Despues de matar al Txato, Bittori fue unos dias a Donostia. Quería evitar las miradas de los vecinos y las pintadas contra su difunto marido. El piso lo compro su marido pocos meses antes de morir. Los hijos no querían que volviera para nada al pueblo y Xabier y un amigo le fueron trayendo muebles y enseres en la furgoneta de este último, hasta que un día unos jóvenes del pueblo les abuchearon y amenazaron. El amigo no quiso volver y Xabier lo entendió. Pasó el tiempo y los hijos quisieron que la madre no volviera para nada al pueblo. Le pidieron la llave pero ella se hizo una copia. Querían vender la casa del pueblo pero Bittori se negó en redondo. Siguió yendo al pueblo, en dias lluviosos y por calles solitarias, para no encontrarse con nadie. Era su pueblo y el del Txato, pero lo enterraron en Donostia. Para evitar vandalismo en su tumba. Y Bittori les reprochó a sus hijos que en lugar de enterrar a su padre, parecía que lo estaban escondiendo.
Capítulo 6: Txato, entzun
Bittori va en autobus al pueblo. Dos mujeres que van en el mismo autobús la reconocen y cuchichean. Se baja en el polígono para que nadie la vea. Recorre el camino hacia el pueblo mientras las calles le traen recuerdos, recuerdos que la golpean. Pasa delante del bar Pagoeta, donde un grupo de hombres se calla cuando pasa. Llega a su casa, fuera en la pared, una pintada "Txato, entzun (oye), pim, pam pum". Entra en casa y le vienen las discusiones con su hijo y con su hija, sobre el esfuerzo que deben hacer todos. No puede con esa forma de pensar. Va de aqui para allá en casa. Ve a su Txato en una foto y le habla como si estuviera vivo, qué quiere para cenar. Abre la persiana a medias y enciende la luz. Sabe que vendrá. Y efectivamente, tras las rendijas de la persiana, finalmente llega Miren, que solo verifica que la luz está encendida, y se va enseguida. Bittori piensa que se conserva bien.
Capítulo 7: Piedras en la mochila
Joxian, el marido de Miren, mete su bici en la cocina, entre los reproches de Miren, para ponerla a punto. Lleva Miren dos noches sin dormir a causa de la vuelta de Bittori. Le comenta a Joxian lo difícil que les hapuesto la vida su hijo, y Joxian le reprocha a suvez lo blanda que se ha puesta, tan abertzale ella, incluso en las visitas a su hijo en la cárcel. Have veinte años que el hijo empezó a meterse en lios, lo veían en los posters de su habitación y sobre todo cuando lo vieron Bittori y ella en Donostia metido en la kale borroka. Y es que Bittori y Miren eran íntimas amigas, casi se meten a monjas las dos, hasta que aparecieron Joxian y el Txato. Se casaron las dos con pocas semanas de diferencia: Miren y Joxian en una modesta sidería, Bittori y el Txato en un restaurante de postín, y es que el Txato hacía dinero en una empresa de transportes. El día que estaban en Donostia habian pegado fuego a un bus en el bulevard. Los ertzainas estaban apostados en la entrada a la parte vieja frente a los jóvenes. Y de pronto ahí vieron a Joxe Mari, el hijo de Miren, con una mochila de la que sus amigos sacaban piedras para tirarselas a los ertzainas.
Capítulo 8: Un lejano episodio
Miren recuerda la noche de aquel dia, cuando Joxe Mari volvió a casa. Le preguntó de donde venía, aunque ya lo sabía por lo que había visto. El hijo no dijo nada, pero Miren le espetó a ver si había sido uno de los que incendió el autobús. Joxe Mari le vino entonces con la historia de la libertad de Euskal Herria, y fue calentándose y la madre también con la mano en la sarte con el aceite. La madre se va finalmente llorando de la cocina y le dice a su hijo Gorka que vaya en busca del padre al bar. Cuando Joxian vuelve, se inicia la discusión con el padre y se zarandean. Pasan varios dias sin hablar en casa, Arantxa la hija de Miren siempre ha dicho que se habla poco en casa. Hasta que Joxe Mari cogió sus cosas y se largó, dejando Barkatu, "perdón", en un papel. A los dias vuelve con un ramo de flores para su madre y una bolsa de ropa para lavar, Miren se enternece, siempre será su hijo. Joxian llega y justo se saluda con el hijo. Joxe Mari comenta que ahora vive con unos amigos en un piso. Coge sus cosas y se va, besando a su madre y dando una palmada en la espalda al padre.
Capítulo 9: Rojo
Bittori recoge los pajaros y ratones muertos que la gata Ikatza le trae a casa. Mientras los tira por el balcón trasero de casa, su hijo Xabier , el médico, toca el timbre. Va de paso y solo quiere sacarle sangre para ahorrarle la visita al hospital. Bittori mientras tanto despotrica contra Nerea, siempre ha sido difícil y ahora no la soporta, y menos su marido Enrique. Le saca la sangre. Rojo. Y eso le evoca el día en que en el trabajo le dijeron que a su padre le había pasado algo y fue en coche corriendo al pueblo, como vio bajo la lluvia el reguero rojo de la sangre de su padre. Acaba la extracción de sangre. Xabier le confiesa que en realidad ha venido para saber si estaba bien, y que Nerea seguramente también ha estado llamando. Le dice también que todo el mundo sabe que esté en el pueblo. Bittori le dice que solo quiere arreglar unas cosas. Xabier le pide que le mantenga al corriente. Se despiden.
Capítulo 10: Llamadas telefónicas
Suena el teléfono en casa de Bittori. No lo coge. Sabe que es Nerea. Recuerda cuando fueron ellos, Bittori y su hijo Xabier, los que la llamaron a Zaragoza cuando mataron a su marido. No había móviles, no tenía fijo en casa, así que llamaron al bar de abajo de su piso de estudiantes para que la avisarán. En vano. Dieron la noticia por todos los medios. Y Nerea solo llamó a los tres dias, triste pero diciendole que no iba a ir a casa. No quiere ver al padre muerto, no quiere que la vean en el pueblo y la señalen y no quiere salir en los medios, tampoco quiere que la reconozcan en Zaragoza. Solo lo supieron allí sus amigas y José Carlos, su amigo, a quien dijo que acomapañara a casa esa misma noche. Y le pidió que se quedara. Y se acostaron juntos, Nerea le dijo que lo necesitaba. Lo hicieron, pero luego no pudo pegar ojo. Suena de nuevo el teléfono en casa de Bittori. Lo coge. Es Nerea. Lo está pasando muy bien, pero dice que hace tres dias que no le coge el teléfono.
Capítulo 11: Inundación
Unas lluvias torrenciales se llevan por delante la huerta de Joxian en la rivera del río. Esta todo destrozado y él también, la huerta lo es todo para él. Su esposa Miren le anima a arreglarla. Y así empieza otra vez. Le dice a su hijo Gorka que le venga a ayudar, y que llame a su hermano Joxe Mari, que supuestamente vive fuera de casa. Y Gorka le dice que Joxe Mari ya no está. Que se ha ido a Francia. Joxian, corto de miras, ni siquiera sospecha que está en la clandestinidad y ha escapado al otro lado de la frontera. Se pregunta de que vive ahora el hijo.
Capítulo 12: La tapia
Levantan una tapia de cemento para evitar nuevas inundiaciones. Joxian, con la ayuda de Gorka y Guillermo (el marido de la hija Arantxa). Y con la ayuda del Txato que le trae un camión de cemento, del que Joxian solo tiene que pagar el material. El Txato le trae tierra en un camión para rellenar la huerta, gratis también. La tierra no llega para el relleno. Joxian no sabe que hacer. Txato le aconseja, que haga dos niveles de altura en la huerta. Como simepre, Joxian, corto de miras, y el Txato, listo. El Txato le ofreció a Joxian metersen en el negocio de los camiones. Pero Miren le empujó a decir que no. Y ahora, después de lo de la huerta, Txato le dice que ha recibido otra carta de ETA, le piden 25 millones de pesetas. Es la segunda carta. En la primera le pidieron 1.6 millones, Y pagó. Se sintió luego culpable, cuando mataban a gente pensaba que él habñia ayudado a financiar los asesinatos. Joxian le dice que igual se han equivocado. Txanto que no, que en la carta mencionan a Nerea, saben donde está en Zaragoza. Está nervioso. Toda la vida trabajando y tampoco es que sea rico. 25 millones. Con los gastos que tiene, sueldos y préstamos. Txato le pide a Joxian que le facilita contactar con Joxe Mari, quiere hablar con él para negociar. Joxian le dice: Joxe Mari no está en ETA. Joxian le dice que su hijo no es más que un gandul, que anda viajando por ahí con los amigos.
Capítulo 13: La rampa, el baño, la cuidadora
Surgió el problema en cuanto Arantxa vino a vivir de nuevo a casa de los padres, ya en silla de ruedas. Había que salvar tres escalones del portal para hacer posible que pudieran sacar a la hija en silla de ruedas. En el bar, el amigo carpintero le dio la solución. hacer una rampa de madera. Dicho y hecho, pero es que la rampa ocupaba casi todo el ancho del portal y los vecinos apenas podían pasar. Hubo quejas de vecinos. Pusieron moqueta para no resbalar y evitar ruido. Pero Arrondo, un vecino, de pocas palabras y duro, se quejó. Que la iba a quitar. Y Miren que no. Y Arrondo la quitó. Enseguida Miren se fue a la herriko taberna (bar abertzale) y dio el aviso. Al rato, Arrondo había vuelto a poner la rampa en su sitio. Aparte de la rampa, reformaron también el baño. Una parte la pagó Guillermo, para quitarse de encima a su esposa paralítica y quedarse con los hijos y además libre. Aún así, a Miren y a Joxian les costaba duchar a Miren, era mucho esfuerzo. Y un dia, Joxian se encuentra a una sudamericana en casa. Miren le explica que es del pueblo y que le han dado buenas referencias. Se llama Celeste. Joxian, que cuanto le paga. Miren que diez euros. Son pobres y se conformarán con eso.
Capítulo 14: Ultimas meriendas
Miren y Bittori han sido íntimas amigas. Iban juntas los sábados a San Sebastián, con despreocupación criticaban a uno y otro, hablaban de sus problemas. Miren por ejemplo, de su hijo Joxe Mari huido a Francia. Recibe cartas suyas de manos de su novia, pero que debe romper inmediatamente por seguridad. No pueden ir a visitarle, aunque tampoco sabrían adonde ir. Bittori recuerda que se apenó de verdad de la situación del hijo, y que reconoció la transformación de su amiga, y eso que nunca habían sido abertzales. Hasta que llegó el dia que en San Sebastián se encontraron con una manifestación de abertzales, y ni corta ni perezosa, Miren la agarró para unirse a ella, mientras gritaba las consignas habituales. Y en un dia de esos, se enteró Bittori de que su marido estaba amenazado: Miren le dijo que no podian visitar a su hijo, y que por tanto no podian llevarle el recado del Txato sobre la carta pidiéndole dinero. ¿Cómo? ¿De qué le estaba hablando? Bittori no sabía nada del asunto.
Capítulo 15: Encuentros
Bittori está visitando la tumba del Txato. Y habla con él. Le dice que ya no se esconde en el pueblo, se baja en el centro y no en el polígono, ha puesto flores en el balcón de casa. Le cuenta lo que le pasó en el pueblo el otro dia. Dudó, pero al final entro en el bar, bajo las miradas esquivas y los silencios de los presentes en el bar. Pide un café, servido con indiferencia por el camarero. El silencio pesa. Paga. Roza la hucha de los presos que está en la barra. Y al salir lo que vio la dejó atónita. una paralítica en silla de ruedas con una cara que se le hace conocida. Es Arantxa, la hija de Miren, empujada por una chica sudamericana. No se lo puede creer. Arantxa le hace una mueca de saludo. Bittori se queda paralizada, no sabe que le ha pasado. Le dice al Txato que le da pena, que fue la única que se compadeció cuando le mataron.
Capítulo 16: Misa dominical
Es domingo. Joxian ha ido a dar la vuelta en bici con los amigos. Son las ocho en las campanas de la iglesia. Viene Celeste, levantan a Arantxa, la duchan. Arantxa prefiere que la duche Celeste, porque la trata con más mimo. Miren va a ir con ella a misa. Arantxa no quiere. Dice que est atea. Se comunica con la madre con un ipad. Pero la madre se la lleva, como es habitual, en la silla. La deja al lado de una columna de la iglesia, donde no molesta, mientras ella habla con la figura de San Ignacio, y reza y pide favores, porque la misa se la sabe de memoria. La hija dormita mientras tanto, ajena a todo. Recuerda el primer dia que fue a la iglesia con ella, el cura dio la misa practicamtne para Arantxa, mostrandola de ejemplo y le dio la eucaristia, aunque Arantxa no podia tragar. A la salida la madre le quitó la hostia que tenía en la boca. Al acabar la misa, deja los recuerdos y va directa a la sacristia. Le dice que Bittori ha vuelto, y quiere saber si ha venido a crear problemas. Quiere que el cura se entere y este le dice que lo deje de su cuenta.
Capítulo 17: Un paseo
Bittori ha quedado con su hijo Xabier para dar una vuelta por el paseo de la Concha. Cuarentón, médico, buena planta y ninguna perspectiva de pareja. ¿Gay? No. Xabier dice que su pasión exclusiva es la medicina. Pero al grano: el hijo le dice que se ha informado, pero que es la última vez que lo hace. Le cuenta lo que ha podido saberArantxa tuvo un ictus hace dos años en Palma de mallorca que la dejó paralítica. Se apena: Arantxa fue la única del pueblo que se acercó para decirle que estaba disconforme con el acoso de pintadas que sufría el Txato en el pueblo, mientras el resto del pueblo le retiraba el saludo. Arantxa tambień fue al funeral del Txato, con pocos vecinos más, en un funeral que ella insistió que se celebrara en el pueblo y no en Donostia. El hijo le dice que con suerte podrá llegaer a andar con bastón y hablar algo. Y respecto a ella, a Bittori, pues ue los análisis que le encargó han dado buenos resultados, está bien de salud, pero que le pasará los resultados a un amigo oncólogo por si acaso.
Capítulo 18: Vacaciones en una isla
¿Por qué le tuvo que pasar eso a Arantxa?, se lamenta Miren. Y Arantxa piensa a su vez que le gustaría contarlo todo por escrito, pero todo, todo lo que ha ocurrido en casa. Y ve desde la silla de ruedas a su padre envejecido, a su hermano que no está fisicamente pero esta siempre presente, y se sulfura. Y le vuelven las imagenes de Mallorca.
Las imagenes. Dos semanas en Mallorca, madre e hija, sin el padre. La hija no quiere, pero la madre se lo ruega, y al final van. Y es que el matrimonio con Guillermo hace aguas por todos lados. Guillermo ni esconde a su amante. El caso es que llegan a Mallorca, hotel, playa, ligoteo con algún extranjero, y en un coche alquilado va de excursión con Ainhoa y en momento dado, conduciendo, no siente las piernas. Para, pide ayuda. Llega ambulancia, Ainhoa, la hija, se pone cada vez más histérica, no quiere volver al hotel, y se queda con la madre en el hospital. Tanto Guillermo, coom Endika, el hijo, ilocalizables. En el hospital, la entuban. Se despierta y ..., se encuentra a su madre y a su padre allí, delante de ella.
Capítulo 19: Discrepancia
Miren llega en avión. Y ya le ha costado, porque la salida del avión se retrasaba más y más, hasta que tuvo que preguntar a unos guardias civiles, vaya hombre, que a ver qué pasaba. Y es que el aeropuerto de Mallorca estaba cerrado porque había habido un atentado de ETA en la ciudad. Pero bueno, llegaron al final. Ainhoa esperando en el aeropuerto le informa. Ha estado en casa de una enfermera que la había acogido hasta que viniese ella. Fue esa misma enfermera la que les buscó una pensión barata, y es que a ella le preocupaba muchísimo el dineral que se iba a gastar. El padre, Guillermo, llegará otro día, para recoger a Ainhoa. Qué cara, piensa Miren, y su mujer qué. Ainhoa le cuenta lo del atentado, oyó la explosión y la casa de la enfermera donde se alojaba retumbó. Le dice, mientras comen bocatas en un bar (única vez, dice Miren, que se está gastando mucho dinero, a partir de entonces iran al super), que no le parece bien que hayan matado con la bomba a dos guardias civiles, que además podrían haber sido ellas, Ainhoa y la enfermera las victimas, porque pasaban por allí, delante del cuartel. Miren no hace caso, pero al final salta, que es una guerra y habrá muertos por ambos lados, y que no se le haga caso a su padre, Guillermo, que seguro que le ha metido eso en la cabeza. Ainhoa, que no, que no está bien que maten a la gente. Al final, los bocatas a medio comer encima de la mesa.
Capítulo 20: Luto prematuro
Ainhoa se lleva otro chasco con la abuela. No le quiere comprar una tarjeta prepago para el móvil, que no, que dice que tiene muchos gastos. En cuanto llega su padre, se va con él hotel, dejando plantada a la abuela. Mejor, piensa la abuela, menos gastos. Cuando el padre llega, se interesa por la madre, mal dice la hija. Guillermo está interesado, aunque Miren no lo crea. Ainhoa le dice que estña harta de fiambres, y que no quiere ir al hospital, que no quiere ver a la abuela. El padre asiente, y dice que dejará las cosas claras a la abuela. Se quedarán dos dias más, y podrán hacer lo que quieran. Guillermo va al hospital y ve a Arantxa entubada, pero con ojos abiertos. Se acerca y le dirige una palabras cariñosas, apenas reacciona. La abuela entra, como un elefante, y se encara con Guillermo, entre otras cosas por la ropa negra que lleva, a ver si era un luto por adelantado. Guillermo le deja las cosas claras: se va a separar de Arantxa, ya lo había planeado y hablado con los niños. Le arroja 100 euros por los gastos de Ainhoa.
Capítulo 21: La mejor de todos ellos
Xabier, el hijo de Bitttori, tiene nuevos detalles sobre Arantxa y llama a su madre. Le cuenta que se ha encontrado en el hospital con un conductor de ambulancia del pueblo y que disimuladamente le hna sonsacado información sobre Arantxa: que el marido es un sinvergüenza y la abandonó, que en el pueblo se sufragó con donaciones el traslado a Barcelona de Arantxa y su posterior estancia en un centro de rehabilitación para daños neurológicos y cerebrales. Bittori oye con paciencia, sin interrumpir, pero indagando en detalles. Hijo y madre se despiden. Y Xabier , ante la foto de su padre, que siempre le aconsejaba ser honrado y actuar con decencia, recuerda el día que Arantxa entro por la puerta de esa misma consulta para pedirle perdón por el asesinato de su padre por parte del hermano de aquella. Y le da una pulsera que le regaló en fiestas su padre, el Txato, tras ver que su madre, Miren, hacía oidos sordos a sus ruegos para que le comprara una, tras haberle comprado el Txato una primera a su hija. Hoy sigue guardando, años después, esa pulsera en el cajón de la consulta.
Capítulo 22: Recuerdos en una telaraña
Xabier se queda en la consulta, recordando. Se queda allí porque el ambiente oscuro de casa se le hace pesaso. En la consulta se entretien con el ordenador, o lee, o habla con el primero que se acerque. Bebe de una botella de coñac que tiene en el cajón. Y recuerda que Arantxa fue la primera mujer que lo besó, cosa que igual ni ella sabe. Eran fiestas del pueblo, hoguera de San Juan, y se encuentra con Arantxa y sus amigas y se va con ellas de poteo. Y en una de estas que Arantxa se le insinúa directamente, más aún le besa en la boca, pero él no reacciona y no sabe que hacer. Recordando se ríe, pero se llama a si mismo gilipollas por haber desaprovechado la ocasión, mirando a la telaraña del techo y bebiendo coñac.
Capítulo 23: Soga invisible
Con la complicidad del personal del hospital, Xabier prepara un encuentro con Arantxa en una de sus sesiones de fisio, sabiendo que vendrá acompañada por su cuidadora, Celeste, y no por su madre. A pesar de teber experiencia con enfermos, se siente nervioso. Pero cuando llega, le pregunta con naturalidad que tal está. Arantxa esboza un sentimiento de asombro. Jodida, balbucea, y traduce la fisio. Con el Ipad, le dice lo guapo que está. Y que siempre le ha gustado. Sonriente y con humor. Xabier saca la pulsera y se la pone. La besa. Arantxa se emociona, a su manera, bromeando.
Capítulo 24: Una pulsera de juguete
Las amigas y luego Joxian le comentan a Miren: Bittori ha puesto, un geranio en el balcón. Que pretenderá, piensa. Y en una de estas, llega Arantxa del hospital y enseguida le ve la pulsera. Los recuerdos se amontonan en su cabeza. Lo recuerda todo perfectamente. fiestas del pueblo, salen con los niños, se encuentran con Txato y Bittori, Joxe Mari no se queda quieto y hace de las suyas, está nerviosa, Txato compra una pulsera a Nerea, Arantxa, que quiere otra igual. No. Andan estrechos de pasta. No son como el Txato y Bittori, que van a Lanzarote de viaje. Pero el Txato va, la compra y se la regala. A Miren no le sentó bien.
Deja los recuerdos a un lado. Le pregunta a Celeste quién le ha dado la pulsera. Un doctor, dice. Y le cuenta el episodio. Llega Joxian, y Miren le señala la pulsera, con disimulo. Joxiam mete la pata y pregunta a la hija. Pero al final se calla. Ya en la cama el matrimonio habla en susurros. Especulan coom ha podido llegar la pulsera a manos de Xabiery luego otra vez a Miren. No entienden nada. Piensan que estan tramando algo contra ellos. Y ya de madrugada, Joxian durmiendo, Miren escribe en un papel "Alde hemendik" (fuera de aqui), con letra simulada, para metersela debajo del felpudo a Bittori. Pero sale con la hoja y llueve fuerte. Furiosa, vuelve a casa y rompe la hoja.
Capítulo 25: No vengas
EN PROCESO
Como citar: Sarasola, Josemari (2024) en ikusmira.org
"Patria, Fernando Aramburu: resumen por capítulos" (en línea) Enlace al artículo
Última actualización: 22/09/2024
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