La fundación, Antonio Buero Vallejo: resumen

La fundación es una obra de teatro escrita por el dramaturgo español Antonio Buero Vallejo (1916-2000). Temas: autoengaño, alienación, subjetivismo (formas de ver la realidad desde la perspectiva subjetiva de cada uno), lucha por la libertad, tiranía, ...

RESUMEN

CUADRO PRIMERO

Una habitación funcional en un ambiente inquietante, como si todo estuviese preparado. La puerta se abre hacia un pasillo con barandilla a los dos lados. El paisaje exterior parece irreal, deslumbrante. Suena música de Rossini. La habitación forma parte de lo que llaman LA FUNDACIÓN.

Tomás en la habitación con el hombre tumbado

Mientras barre, Tomás, vestido sobriamente con un codigo escrito en el pecho, habla con un hombre tendido en la cama con la cabeza vuelta a la pared, parece enfermo. Le pregunta si le gusta la música, por preguntar algo ya que poco han hablado desde que que los dos llegaron a la fundación. El hombre no contesta, pero Tomás sigue sonriente, ajeno a su indiferencia. El hombre finalmente le dice que hable cuanto quiera, pero que no pregunte, ya que está cansado. Normal, dice Tomás, y es que el hombre no come nada.

Visita de Berta y su ratóncito

Entra Berta, una chica dulce, también con su código. Trae un ratóncito blanco en sus manos. Tomás la abraza. Berta lo ha traido del laboratorio y le ha puesto el nombre de Tomasito, quiere salvarlo de lo que le espera en el laboratorio. Berta lo trata con una ternura exquisita, a la que Tomás responde con cierta ironía. Berta dice que odia a la fundación, pero Tomás que debería estar agradecida, gracias a ella Berta puede acabar los estudios y Tomás escribir su ansiada novela. Berta dice que es lamentable el trato hacia los animales, llevándoles a la muerte. Tomás no está de acuerdo, se les trata bien y son felices hasta el final, debería dejar los escrúpulos a un lado. Berta se niega, seguirá llamando Tomás al ratón y dice que lo salvará. Tomás propone que llame al ratón Tulio, es el más antipático entre sus compañeros. No se creen que Berta, a quien trata como novia, esté en la fundación, ni que sea su novia. Tomás dice que no es casualidad. Además tienen el mismo código, el 72. . Intenta convencer a Berta de que se quede, para que sus amigos la conozcan, que están al llegar. Llega olor del baño, Tomás ya ha avisado del problema, es que todo se ha construido rápido. Y faltan pabellones que provocan apiñamiento. Berta tiene que irse al suyo, y allí tienen los mismos problemas. Tomás le habla de sus amigos: Tulio, grosero y que odia la música, fotógrafo de calidad, Max, matemático, Lino, ingeniero y que habla poco. Y el hombre que duerme, que según Tomás, es un agricultor. Berta se despide. Tomás le dice que vuelva a la noche. Berta se resiste, huele mal en la habitación y además tiene a otro novio.

Tomás y sus compañeros: Asel, Tulio, Max, Lino. Conflicto: la hosquedad de Tulio, la condescendencia de Tomás. Ambiente tenso. Llamada de Berta. El episodio de los cigarros. El episodio de los vasos.

Tomás habla con el hombre tumbado. Le pide disculpas por haberle molestado al habla con Berta. No hay de que disculparse, el hombre. En esto llega Tulio (C-81), y Tomás quita apresuradamente la música. Tulio entra serio y hosco. Luego Max (C-92). Y luego Asel, el mayor, 50 años aprox., médico. Se saludan y bromean. Tomás dice que ha tenido una visita, pero llega el encargado con su ayudante e interrumpe la conversación. Pregunta si está todo en orden, por el recién llegado y se disculpa por las deficiencias. Los presentes aceptan la disculpa. Se van. Pronto llegará la comida que esperán con agrado, anque Lino dice que es bazofia. Mientras se toman unas cervezas que cogen del frigo (Max un whisky, que tenía ya preparado, para asombro de Tomás). Tomás cuenta que le ha visitado su novia, que tiene también el número 72! Tulio le dice a Tomás que se calle (está harto de sus fantasías con Berta y la propia fundación) pero Asel le para, que se calme los nervios. Tomás dice que le entiende, que están algo aislados ahí. Asel pide a Tomás que les presente a Berta, pero Tulio tiene una reacción violenta, no le ve sentido a seguirle el juego a Tomás. Los demás se enfadan con él, le reprenden, pero intentan que se calme, le piden una foto de grupo. Pero el ambiente es tenso, aunque Asel intente calmarlo y Tomás actúe como si no pasase nada. Suena el teléfono. Es Berta. Se pone Tomás y habla con ella, ansioso, ya viene. Tomá le echa en cara A Tulio que ya no puede negar que Berta existe. Tulio en sus trece, ya que él no ha hablado con ella todavía. Asel les pide calma a los dos, a Tulio y a Tomás. Pronto llegará la comida (Asel se comerá hoy, es su turno, la ración del hombre tumbado) y mientras piensan en fumar, pero incluso de que si fuman o no empiezan a discutir. Tomás pide a Tulio que retire los vasos y Tulio hace los gestos de recogerlos y llevarlos cuando en realidad ni los recoge ni los lleva. Nadie dice nada, como si fuera normal, quiseran que Tomás siguiera la corriente, como ellos hacen con él, excepto Tulio, pero Tomás se enfada, dice que se está burlando de él, que pedirá un cambio de habitación. Parece, pues, que empieza a percibir algo real. Los otros le piden que se tranquilice.

Tomás pone la mesa. El mal olor. ¿Gordos o flacos? La ración del enfermo. La falsa generosidad: ¿porqué le quitan comida al enfermo? Tomás alegre de pronto. El encargado llega con camareros. Ironía: la comida (¿exquisita?), el olor (se arreglará).

Tomás pone la mesa, Asel habla con él y le dice que ya sabe que Tulio es raro, que sea paciente. Tomás asiente de mala manera. Está harto. Todo preparado. Tulio se queja del olor. Ya ha avisado del problema, dice Tomás, antes de que viniera Berta y justo después de que se fueran ellos, cuando llego el encargado. Asel le pregunta sobre que hablaron, y sí habló con el enfermo. Tomás que no, que el enfermo dormía. Pero este dice que no, que estaba despierto. Todos miran a Tomás, que se pone a la defensiva. ¿Por qué no le creen? Tomás cambia de tema: la comida es buena y abundante, dice que todos han engordando, cuando es falso. Asel, que es médico, dice que esta algo anémico. Tomás dice que no es posible. Asel dice que le cederá la ración del enfermo. Tomás acepta finalmente, a regañadientes. Tulio dice que Asel es admirable, por regalar comida. También la regaló ayer Tulio, dice Asel. Tulio, que si, pero no porque quisiera, sino porque se lo dijo Asel. Tomás dice que el enfermo debería tomar algo, al menos agua. Asel dice que no, que dieta absoluta. Pero Tomás dice, si sobran alimentos, ¿porqué se toman su ración? Le contestan que porque el mismo dice que tiene hambre. Pero Tomás no se lo explica, ¿como pueden pasar hambre? Tomás se interesa por el enfermo, ¿le pasa algo? Asel, que no. Tomás muestra alegría repentina: buena vida, comida, ... Si, pero que no vuelva a quejarse del olor, le dicen, por si se lo toman mal. Tomás pone música. Llega el encargado con los camareros. La carta es excelente, dice. Los camareros rien. ¿El olor les molesta?, pregunta el encargado. Se ríen de nuevo. No, nada, dice Tulio. Enseguida lo arreglarán, el encargado.

CUADRO SEGUNDO

Dos sillones han sido sustituidos por un petate y un colchón enrollado. Están todos. Tulio lee, Lino a su bola, Tomás comenta un libro de cuadros con Asel, les acompaña Max. Están, pues, todos juntos.

Los cuadros. Tomás: la fundación como oportunidad. La cajetilla de tabaco. El cuadro de los ratones enjaulados. Aparición fugaz de Berta.  La limpieza. El plan. Tomás perplejo. La foto de grupo de mentira. El vaso cámara y la pelea. Tomás va volviendo a la realidad, pero no entiende lo que pasa. El enfermo se queja, Tomás quiere ayudarle. Muerte. La recogida del cadáver. La iluminación de Tomás: el mundo feliz y ... la cruda realidad. Donde están.

Tomás habla con admiración de un cuadro, que atribuye a un pintor concreto. Tulio, con indiferencia, dice que ese cuadro no de de ese pintor sino de Vermeer, otro pintor. ¿Cómo se ha podido equivocar, si ya lo sabía?, reconoce Tomás, que empieza a dudar por tanto de su percepción de las cosas. E invita a Tulio a unirse a admirar los cuadros del libro. Tulio, indiferente, pasa y sigue leyendo su libro. Tomás pasa a otro cuadro famoso, el retrato del matrimonio Arnolfini, que encuentra parecido a otro. Tulio le vuelve a rebatir ese parecido con argumentos, que Tomás finalmente acepta. Reconoce la sabiduría de Tulio, su memoria, y de paso su técnica fotográfica. Tomás revela que vino a la fundación para perfeccionarla, ¿cuál era? y Tulio añade, triste, sí, la técnica del holograma. Tomás dice que todos tendrán la oportunidad de desarrollar sus proyectos en la fundación. ël mismo podrá desarrollar su novela. Los demás le contestan con ironía, no sabe lo que dice. Sigue con los cuadros, pero de pronto se da cuenta de que le falta la cajetilla de tabaco. Está convencido de que se la han robado sus compañeros. Los compañeros lo niegan. Sigue con los cuadros, un cuadro con ratones en una jaula ahora, que comenta con seriedad. Berta aparece, con sigilo pero contenta.  Pero los ratones la  inquietan y retrocede y se vuelve a ir. Tomás parece haber notado su presencia y sale al pasillo. Se pone nervioso, se agobia.   Los amigos lo notan. Falta para la cena todavía, arreglarán el depósito, pero todo da un poco igual. Todo acabará pronto. Tomás deja el libro. Los colegas le recuerdan que le toca la limpieza. Coge la escoba, pero no es la cogió a la mañana (principio de la obra) sino una mas vieja. Tomás está confuso. Piensa que sus amigos le gastan bromas, le cambian las cosas. LLegan los camareros y recogen la basura y se la llevan como en un ritual. Cierran la puerta. Tomás pregunta que por qué cierran la puerta. Un colega dice que la abra. Y se inicia una discusión, sobre quién esta más loco. Tulio echa en cara a Asel su plan. ¿Qué plan? Tomás no entiende nada, está perdido. Se propone charlar, hacer fotos, lo que sea para no hablar del tema y olvidar. Tomás animado, quiere que Tulio les haga una foto de grupo, menos al enfermo. No se puede encender nada para iluminar y poder sacar la foto. Pero da igual. Tulio simula sacar la foto con un vaso de aluminio, y Tomás se da cuenta del engaño. Se inicia una fuerte pelea, sobre todo entre Tomás y Tulio. Pero al final se lográ la calma, y es que ya no tiene sentido pelear, porque ya pronto todo habrá acabado. Para todos. Empiezan a discutir sobre de donde ha salido el vaso de aluminio. De la alacena. Asel dice a Tomás que busque la verdadera cámara en la alacena para poder hacer la foto. Pero Tomás rebusca y no encuentra nada. Se va dando cuenta de la realidad: no hay electricidad, la escoba ha mutado, los sillones han desaparecido, no hay cámara de fotos, ... Exige explicaciones, hay algo que no les están contando. Los colegas le quieren explicar la realidad, pero Asel no quiere, sería peligroso, según dice. Los demás le contradicen, alegan que no es médico, para mayor sorpresa de Tomás. Entonces, ¿el enfermo? Y ve que ya no hay sábanas, sino una manta mugientta tapándole. Asel le dice a Tomás que mira por la ventana. Tomás sigue viendo el bello paisaje, prueba de que según él, el futuro existe. El hombre tumbado se queja, le hna quitado las sábanas, hace frío, tiene hambre. Tomás permanece ajeno a sus quejas. Mira alucinado el paisaje, ve a la gente que ríe. El hombre se queja: ¿por qué se comen su comida? Tomás, alucinado y fuera de sí, exige a Asel que le conteste. Asesinos, dice el hombre, se está muriendo. Tomás grita también asesinos a sus colegas y forcejea con ellos. El hombre se está muriendo, quiere darle agua. Se oyen pasos y Asel exige silencio. Entra el encargado y su ayudante. Examinan al hombre, preguntan cuantos dias lleva muerto. Tomás dice que acaba de hablar. Seis dias, dice Asel. Tomás dice que no puede ser. El ayudante y encargado recogen al hombre y sus pertenecias. Ordena que se tenga la ventana abierta. Se van. Tomás se abalanza a la puerta pero está ya cerrada. Lino y Tulio conversan: ya pronto vendrán a por ellos. Tomás perplejo, insiste en que no puede ser, que el hombre hablaba. No, dicen los colegas. Estaba muerto y por eso olía mal, no era el retrete. Tomás, que le han matado. No, dice Asel, murió de hambre. Tomás va a tomar una cerveza al frigo, pero todo el decorado va cmabiando, ya no hay frigo, ni estantería ni nada. La luz cambia a mortecina. Mira a la ventana, que ahora es invisible. ¿Estoy enfermo?, pregunta Tomás. No más que nosotros, contesta Asel. Asel le señala una supesta bandada de golondrinas, Tomás asiente. Asel le dice que el mundo es maravilloso, y Tomás le pregunta por el lugar en el que están. Asel dice que lo sabe, Tomás niega, perdido. Asel le reafirma que sí, que lo sabe, y que lo recordará.

CUADRO TERCERO

La misma habitación, pero ya no hay sillones sino unos petates o fardos para sentarse. La mesa no es de madera ahora, sino de hierro. La cama es ahora una litera. No hay ningún lujo. Se respira un aire de cárcel.

Todos menos Tomás con su pantalón oscuro, con ropa carcelaria. Están más demacrados.

Ironizan sobre la pobre cena que se les acaba de servir. Tomás se mira los pantalones, pregunta si siempre los han llevado, y los colegas le contestan que sí. Se preguntan si lo escaso de la cena es porque están castigados. Anochece, se enciende al fin una luz mortecina. Tomás va a encender la lámpara que hasta ahora estaba ahí, pero según va a encenderla, se alza y desaparece. Tomás pregunta si alguna vez hubo algo ahí, si estuvo la lámpara. Se resiste a creer que sean imaginaciones suyas. Sus colegas dudan aún de su retorno total a la cruda realidad.

Se oyen portazos. Es el recuento. Llegan el encargado y su ayudante. Recogen la basura. Tomás pregunta porque no pueden salir. El encargado le contesta con ironía, llamándole novelista. Cuando se van, Tomás se muestra perplejo por no haber visto el campo a través de la puerta como otras veces. Dice que es inconmprensible. Otra cosa incomprensible, dicen los colegas, algo indiferentes. Comentan que el muerto llevaba tres dias ahí y  que por tanto les debieron sacar de ahi hace dos dias, dos dias durante los cuales han estado incomunicados y sin patio, excepto Tomás que le llevaron al locutorio para hablar con Berta. Berta, esa chica misteriosa. ¿Estuvo realmente ahí? Tomás asegura que sí. Los otros lo dudan: se lo llevaron al locutorio y a la vuelta comentó lo de la visita. Todo es un embrollo que no saben como interpretar, por ejemplo por qué no les trasladan a los sótanos. Quizás no ha sido tan grave la falta. A Tomás le han dado un trato deferente, porque le llamaron, mientras ellos han estado incomunicados. Le exigen a Tomás que cuente lo que pasó en el locutorio. Estuvo con Berta, dice, tras unas rejillas para evitar contagios. Se echó a llorar, no vestia ropas de la fundación. Iba al pueblo y no podía visitarle con más frecuencia. Se fue llorando. No habló apenas con los que le trajeron de vuelta. Solo comentaron la atrocidad de dejar el muerto allí que habían cometido Tomás y sus colegas. Tomás les dijo que no era un experimento médico (por Asel, que es presuntamente médico) sino para que tuvieran más comida. Los guardas le respondieron que mejoraría el suministro.

Pronto van a apagar las luces, pero Asel insiste en lo que ocurrió cuando salió, que habló con los guardias, que deje sus falsos recuerdos de Berta a un lado. Tomás se reafirma en todo lo dicho, alterado. Da igual, Asel está convencido de que Berta no vino y recrimina a Tomás, violentamente. Los otros colegas intentan calmarle. Asel pregunta airado por qué no les trasladan. Tomás, asustado, dice que no sabe, que todo es muy extraño. Pero se hace de noche y Berta va a venir, de hecho va a llamarla para que venga ahora mismo. Coge el teléfono, los otros lo miran con desconfianza. Pero luego se aleja del teléfono. Los otros se tranquilizan, ante la evidencia de no poder llamar. Quizás, dice Tulio, sea verdad. Él también tiene una novia, que está en el extranjero, con una beca, de las de verdad, no como las de Tomás. Y espera su regreso, aunque ella no sabe donde está. Pero está mejor lejos de él, es doctora en física y se conocieron por el tema de los hologramas, el proyecto de Tulio de imagenes falsas. Tomás se pone nervioso. Tulio recuerda que una vez besó a un holograma de su novia, que estaba escondida, y ellá rompió en carcajadas. Todos miran a Tulio. Y Tulio se dirige a Tomás y le dice, que tranquilo, que volverán a ver a sus novias. Asel, irónico, que supone que le invitaran a la boda. Y es que hay que soñar, dice Asel, y brinda imaginariamente. Tulio dice que se brinde también para cuando sean premios Nobel los dos. Y cuando sea Nobel la novela de Tomás. Soñemos todos, saldremos adelante exclama Tulio. Lino comenta que hay conmutaciones. Conmutar qué, pregunta Tomás. Todos ríen. Tulio llama voz de la inocencia a Tomás, que se siente halagado y le delara su amistad, y canta a la vida y volverán con sus novias! No les destruirán, añade Tulio, imaginar el futuro ya es ganar. Tomás añade, que imaginar el futuro ya es traerlo al presente. Si nos dan tiempo, Asel, al que reprenden su visión negativa.

Se oyen pasos. Llega el encargado. Ordena a Tulio, solo a él, que recoja sus cosas y le acompañe. Se despiden emocionados de él, se abrazan, especialmente Tomás. Pero en el momento de irese, la desesperación domina su semblante. En la habitación sus amigos muestran resignación. Van a apagar las luces, hay que ir a dormir (también se apagará la luz para Tulio, irónico, Asel), pero Tomás no entiende nada, sigue teniendo la expectativa de volver a Tulio. Pero Lino se lo dice claro: todos van a morir, les van a matar. Tomás contesta a ver si le quieren volver loco. Ni siquiera Asel quiere seguir la corriente a Tomás. Asel le vuelve a preguntar sobre que habló cuando le llamaron a él. Pero ya sin convicción, porque todo da igual, aunque piensa que igual lo mejor habría sido imaginar como Tomás otro mundo, creer en la Fundación. Se echan a dormir.

Y de pronto se le aparece Berta a Tomás, sin saber como ha podido entrar. Tomás quiere despertar a los colegas, para que sepan que Berta realmente existe. Pero Berta dice que no. Preunta Tomás por qué quieren matar a Tulio, porque la Fundación es así, por qué lloró en el locutorio. Por Tomás, el ratoncito, porque está muy mal. ¿Se va a morir?, Tomás. Berta no lo sabe. Tomás la acerca a su lado, quiere que se coman el uno al otro. Se besan apasionadamente. Asel despierta, Tomás manda en su fantasía a Berta al baño. Asel pregunta si prentende hacerles creer que Berta existe, Max justifica la fantasía de Tomás por la terrible soledad. Tomás asegura que no estaba fabulando y que Berta está realmente ahí, en el cuarto de baño. Asel le amenaza, seguro de que se llevaron a Tulio por lo que pudo decirles Tomás. Forcejean los dos. En este, Tomás busca tras la cortina a Berta, pero ve que no está, desmoralizado. Aporrea la puerta, quiere salir. Lino le abofetea, con miedo de que vengna los guardias, pero Max dice que da igual, porque a él no le harán nada. Y Tomás cae en la cuenta de que Berta no ha venido, de que nunca  vino, de que todo es un delirio suyo. Y Asel concluye que ha vuelto definitivamente y ciertamente a la realidad, aunque Max y Lino todavía no lo creen porque piensan que es otra estratagema de Tomás, fingiendo su cordura, para seguir con sus fantasías. ¿Dónde estamos? le pregunta Asel, para comprobarlo, y Tomás dice que en la cárcel. Ya no es la fundación donde están. Y pregunta si van a ejecutar a Tulio. Y Asel dice que sí. Y con el resto de colegas dice que no es un mero traslado o castigo en las celdas de castigo abajo, poruqe si no se los habrían llevado a todos. Se lo han llevado para cumplir la orden de ejecución, con todas sus cosas. Si no se hubiese llevado las cosas, sería para un interrogatorio. Y tras preguntar Tomás si están todos condenados a muerte, añaden que sí. Y Asel explicar que los matan sólo por sere disidente, por expresar su opinión, por buscar la justicias. Hombres, mujeres y niños. Tomás asiente, recuerda la tiranía. Pero Asel añade que casi mejor morir como victima, como ellos, que estar fuera y tener que servir de verdugo. Tomás recuerda, el también luchaba, y Asel dice que tenían relación entre ellos. Los dos son víctimas. Hay esperanza, las conmutacioners, dice Tomás. Llegan por fuera los centinela, llamándose entre ellos en voz alta con números: alerta 2, alerta 3, ... Por el ventanal oscuro, Tomñas ve la imagen de Berta, con el ratoncito cogido de la cola en su mano, que suelta y cae. Berta mira a Tomás con pena. La luz se va apagando.

CUADRO CUARTO Y ULTIMO

La misma habitación, la misma celda. Ha desaparecido el ventanal que veía Tomás. Ya no hay camas. Solo petates sobre los que sientan los colegas.

Asel le vuelve a preguntar a Tomás que recuerde si habló algo con los guardianes. Dice que no. Pero añade que quizás esté loco y no recuerde lo que ocurrió realmente. Porque loco le dijo que estaba Lino, que es ingeniero. Lino le dice que no es ingeniero, Asel es ingeniero, aunque Tomás creyera que era médico. Ni Max es matemático. Max y Tomás son contables, nada más. Asel le siguió la corriente porque pensaba que necesitaba un médico, sin más. Tomás reconoce que Berta vino a los locutorios de visita, demacrada  y triste, que ninguna fundación la ha becado, de hecho ocurre que solo estudió técnicas de laboratorio. Solo la tiene a ella y quizás no la vuelve a ver, quizás la han detenido también. Llaman por el altavoz a C-96 a locutorios, es decir, a Max. Incrédulo, pìensa que puede ser su madre. Contento, él y sus colegas, porque quizás les han retirado el aislamiento. Contento porque quizás le trae comida. Sale con el ayudante, que va de uniforme, según observa Tomás. Y es que siempre ha ido de uniforme, le replica Lino. Está ya inmerso, pues, en la realidad, que le parecía inaceptable. Lino le dice que incluso se quería matar para no tener esa realidad presente, Asel le reprende por decírselo tan crudo, pero al final reconoce que él fue quien lo salvó. Tomás lo recuerda. Y de repente, angustiado, Tomás recuerda, reconoce, que los denunció, a todos sus colegas, y que por eso lo han condenado a muerte. Se siente mal, pero Asel lo anima. Le da detalles de como estuvo repartiendo octavillas, le pillaron y delató a quien se las dió y a los otros, bajo tortura. No soportó esa realidad, se quiso suicidar y por eso inventó la fantasía de la Fundación. Se levanta una cortina, y aparece Tomás encima de la taza del váter. Se levanta, asustado. Le han visto defecando! Siempre le han visto, aunque no lo viese. Tira de la cadena, mientras le dicen que ahora sí que ha venido a la realidad, completamente. Tomás está destrozado, se siente traidor, culpable de la caída de sus compañeros. Asel reconoce que el también delató a alguien una vez bajo tortura, y que por ello esa persona delatada murió. Añade que nadie piuede mostrarse coom un león valiente, porque al final todos somos ratoncillos. Hay que ser humilde, le pide a Tomás que no se siente culpable por su delación. Hay deberes morales, hay que actuar, pero con humildad, sin culpabilizarse por los errores, por tener miedo, por ser humano finalmente.

Lino pregunta a Tomás si ya en la Fundación también les delató, por lo del muerto que hicieron pasar por enfermo. Tomás lo niega. Asel también, está seguro de que Tomás no les delató tampoco entonces. Lino dice en cambio que alguien provocó que no les llevasen a todos a celdas de castigo, tal como quería Asel, que hizo pasar al muerto por enfermo para que una vez pillados les castigaran a todos y así poder forzar el traslado. Y finalmente Lino afirma sin duda que fue Max quien delató. Que le vió hablando y riendo con un guardia. Y añade más y más detalles que corroboran esa hipótesis: se lo dijo Patapalo, otro preso de enfrente, que lo vio con el guardia por la mirilla, atracándose de comida que le habían dado. No hay tiempo que perder, Max va a volver, dice Asel, a él ya no lo van a llevar a una celda de castigo, porque sospechan que algo se trae entre manos, pero Lino y Tomás quizás si puedan. Conoce los planos de la zona, desde la celdas de castigo se puede hacer un pequeño tunel que da a una alcantarilla que luego sale al exterior, tras una reja. Les da todos los datos, pero tiene que ser que les trasladen a las celdas 14 y 15. Hay dos compañeros en la galería que les proporcionarán las herramientas necesarias. Les da detalles sobre como y cuando realizar el trabajo de excavación. Lino lo quiere intentar. Tomás lo ve imposible, no tienen fuerzas suficientes, les pillarán. Asel reconoce que les pueden ejecutar antes del traslado, pero les anima, pues la alternativa es la ejecución. Dice que los dos compañeros ayudantes no pueden escaparse porque cachean en busca de utensilios antes de entrar en las celdas de castigo. Asel reafirma: Max es un soplón, y hay que ser cauto con él, hay que disimular. Lino propone "anularlo" directamente. Asel está en contra, es peligroso. A Lino se le ha ocurrido una trampa contra Max pero la tiene que pensar mejor.

Mientras Lino piensa, Tomás pregunta a Asel si todo lo que viven es real. Asel le contesta a ver si quiere volver a estar en la Fundación. Tomás piensa que la gente de fuera quizás piense también desde su confort que viven en una Fundación cuando en realidad se les está privando de tantas cosas ... Del mismo modo, igual la cárcel tampoco es una cárcel. Quizás es todo ilusorio. Y quizñas entonces escapar no tenga sentido, porque sería una libertad ilusoria. Asel discrepa, dice que solo se será libre sumerginéndose en la verdad, que lo que piensa no es más que fruto del temor y que hay que aceptar los riesgos para no acabar dominado y torturado. Hay que buscar la verdad y acabar con la inacción, aunque tanto lo de fuera sea también una cárcel. Tomás se avergüenza de haber vuelto a esos pensamientos, pero Asel le comprende, dice que es solo porque está asustado.

Tomás está decidido a escapar con Lino. Asel le recuerda que el paisaje que veía desde la habitación sí que existe, ahí fuera. Llega un guardián con Max. Lino ya LE tiene preparada la trampA, para desenmascarar a Max. Lino entra y los tres, Asel, Lino y Tomás le siguen la corriente, que tal la familia, a ver si le han traido comida, Max ironiza con Tomás sobre los libros de pintura. Lino se levanta y empieza con su treta: le dice a Max que ha estado en los locutorios y que no lo ha visto. Max no cree  lo que dice y pregunta a Asel y Tomás si es verdad, y estos asienten. Max, perplejo, dice que él sí ha estado en el locutorio y que no ha visto a Lino. Uno de los dos miente, dice Lino, Max se reafirma, con viveza, y se enfurece con la treta de Lino. Lino considera que ha pasado la prueba y pretende calmar la irritación de Max. Lino argumenta que hace unas semanas estando en el patio le llamaron por una visita de su madre y que luego fue a la oficina con el guardián. de ahí las sospechas que tienen con él. Max dice que todo eso son patrañas. Lino dice que lo vió con sus propios ojos. Max se enfurece, lo niega todo. Lino le recuerda que de la celda de enfrente le vieron entrar con un paquete de comida atragantándose, mientras el guardia se reía. Ma se defiende diciendo que tenía hambre, y que además luego compartió lo que quedaba en el paquete. Max dice que el guardián es así de risueño siempre. Lino dice que tiene que haber un soplón entre ellos, porque les permiten visitas y no los trasladan abajo, y que tiene claro que es él, Max. Max sigue negando, airado, dice que no tiene pruebas. Lino le obliga a que abra la boca y le eche aliento. Forcejean y al final Lino comprueba, teniendo agarrado a Max, que huele a vino  y comida. Tomás y Asel también lo comprueban. Max solo confiesa que le han dado un vaso de vino. Lino dice que tienen suficientes pruebas. Max no responde. Asel le exculpa: Max está sustado y le han ofrecido unos mendrugos, es normal. Lino asiente, pero dice que ahora tendrá que decir lo que les ha dicho. Y sabe como hacerlo. Lo sujetan entre los tres. Pero se acercan por el pasillo el encargado y su ayudante. Max pide socorro y al abrir se echa sobre ellos. Pero lo partan. Preguntan por C-73, Asel. Debe  ir con ellos. Asel dice a sus colegas que será un interrogatorio, y afirma que no dirá nada. Se despiden fraternalmente. Asel dice a Tomás que su paisaje existe realmente. Y es esto, sale corriendo, el encargado ordena que se detenga, el ayudante saca la pistola pero el encargado le ordena que no dispare. Salen tras él, pero finalmente Asel se ha tirado. Los colegas asisten atónitos a la escena. Se oye el ruido del golpe abajo y gritos de asesinos, asesinos, de los otros presos. Y de pronto, en la caótica situación, Lino se abalanza sobre Max y lo lanza por la barandilla abajo. Entra en la celda con Tomás, que está asustado. El encargado y su ayudante no han visto que era él quien a tirado a Max. Tomás reprocha el asesinato de Max a Lino, no podrñan además llevar adelante su plan ahora. Lino se disculpa diciendo que no se ha podido contener. Llegan de nuevo el encargado y su ayudante, este último pistola en mano. Preguntan por lo que ha pasado. Alterado. Tomás pregunta lo mismo, que es lo que pasa en la Fundación, por que les tratan así, quien ha tirado a Asel, por que llevan pistola. El ayudante guarda la pistola, y Tomás siguen representando su papel: dice que es inaceptable todo lo que está pasando para el buen nombre de la Fundación, exige saber quien ha tirado a Asel, que no se va a callar. El ayudante le pregunta quien ha tirado a Max. Tomás responde que se ha tirado solo. Lino asiente. Sigue el barullo de gritos de asesinos en la galería. El encargado les pregunta porque C-76, Asel, quería les llevaran a celdas de castigo.  Lino se hace el ignorante. El encargado ordena que se recojan todas sus cosas. El barullo va cesando. Se llevan sus petates. Tomás y Lino quedan dentro. Lino felicita a Tomás por su representación. Gracias a él, se han salvado. Tomás dice que van a volver seguro, les van a ejecutar. Pero le da igual, que revienten ellos. Moriran como Asel, con valentía. Les van a ejecutar, aunque hay una pequeña posibilidad de que les quieran llevar a las celdas de castigo, como venganza por todo lo que ha pasado con Asel y Max. Tomás toma la palabra: hay una pequeña de ilusión de escapar, pero le da igual si se cumple o no, afrontarán la muerte dignamente. Asel y Tulio se han sacrificado por ellos, y ya no se sentirá huérfano. Aunque reprocha a Lino haber tirado a max, reconoce que eso les puede dar una oportunidad. Luchar ya es vencer, cambiar desde dentro ya es ser libre. Se oyen pasos. Llega el ayudante, les ordena salir, llamándoles C-46 y C-72, con sus ya escasas pertenencias en sendos saquitos. Van contentos para perpelejidad del ayudante. Vamos, se dicen el uno al otro. La habitación va poco a poco recupoerando su aspecto original, con los pequeños lujos que disfrutaba Tomás al principio, con el esplenderoso paisaje y su luz, con el fondo de música de Rossini, a la espera de nuevos ocupantes.

FINAL

PERSONAJES

  • Tomás, personaje tocado por la locura, pero que al final recupera la lucidez completamente, afrontando su destino con admirable diginidad
  • Asel, el colega que le ayuda poco a poco venir a la realidad, finalmente se suicida
  • Lino, último colega que queda con Tomás
  • Max, es tirado por la barandilla por Lino al final de la obra


Como citar: Sarasola, Josemari (2024) en ikusmira.org
"La fundación, Antonio Buero Vallejo: resumen" (en línea)   Enlace al artículo
Última actualización: 31/05/2023

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